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Desnudos con carné

Más de 35.000 naturistas preparan 'sus trajes' para tomar el sol en las playas mediterráneas

Es inevitable. La primera vez que el matrimonio y su hija aparecen en la playa, con su carné de socios recién expedido y la señal blanca del bañador marcándoles como novatos entre todos aquellos traseros insultantemente morenos, se sienten desnudos por completo, observados por todos y un poco ridículos. Apenas si son capaces de separar la mirada de algún punto fijo allá lejos o de levantar los ojos de la arena. Cuando por fin se atreven a echar una mirada a su alrededor, -él, tumbado boca abajo desde luego- no pueden resistirse, aunque lo intentan con todas sus fuerzas, a comparar: tamaños, formas, tersuras... Sólo la niña, que ya está jugando con otros niños, ha aceptado inmediatamente la situación. Ellos se cogen de la mano y, un poco dándose ánimos, se dirigen hacia el agua. Allí, menos visibles sus cuerpos, se sienten con fuerza para iniciar conversación con otras parejas. "¿Qué fría está el agua, verdad?", y los socios más veteranos, que posiblemente han pasado por la misma experiencia, ya no les sueltan hasta que se acaban las risitas nerviosas y tras media hora de conversación la pareja recién llegada olvida que está desnuda. Dicen los naturistas que no conocen ningún caso de alguien que, una vez superada esta primera prueba, haya vuelto a ponerse el bañador.Esta pareja prototipo pasaría a formar parte así de los más de 4.000 socios que los clubes y asociaciones nudistas tienen en nuestro país. Un número que ha comenzado a incrementarse con la continua liberalización que se está produciendo en las costumbres españolas. Branko Bruckner, un español de origen yugoslavo, promotor de primera hora del asociacionismo naturista y presidente de la Federación Española de Clubes Naturistas, asegura que sólo en la Asociación Naturista Andaluza se contestan cada día 10 nuevas peticiones de personas interesadas en hacerse miembros.

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El principio fue, sin embargo, bastante difícil. Los primeros traseros que se decidieron a dejarse ver en las playas españolas lo hicieron en la segunda mitad de los años setenta.

Amenazas y pedradas

Comenzaba a no ser tan inhabitual ver pechos liberados en las playas de la Costa del Sol, la Costa Brava o Ibiza, pero cualquiera que se atreviera entonces a ir más al grano tenía que estar dispuesto en cualquier momento a echar una carrera delante de la pareja de la Guardia Civil, los municipales o, y esto era lo peor de algún grupo de lugareños moralistas que los corrían entre amenazas y pedradas. Caer en manos de los representantes de la autoridad suponía ser acusado de escándalo público y afrontar pasar una noche encerrado, además de pagar una multa, como les ha ocurrido a los pioneros gallegos, algunos de los cuales están procesados.

Actualmente la situación es más permisiva, y en zonas como Almería el gobernador civil ha pedido a. la Guardia Civil que siempre que detenga a algún nudista se limite a indicarle la situación de la playa nudista legalizada más cercana. Claro, que no en todas las provincias sucede como en Almería, donde la propia directora provincial de Turismo es practicante naturista.

Branko Bruckner divide en este sentido a España en dos zonas: la mediterránea, con asociaciones y centros nudistas legalizados, donde la conflictividad es mínima o inexistente, y Galicia y el Cantábrico, donde se practica un nudismo más espontáneo y los choques con la policía y los habitantes de las poblaciones son más frecuentes.

El primer centro naturista legalizado en España fue en 1978. Se trata del camping Las Palmeras, situado en el término municipal de Vera, en Almería. Desde entonces ha surgido toda una serie de complejos que aumentan aún en número, y de los que el proyecto más ambicioso es el que el Ayuntamiento de Almuñécar organiza en su término municipal.

La legislación vigente sobre estos centros es aún insuficiente aunque ya está en estudio por parte del Ministerio del Interior un proyecto muy avanzado, para el que se ha consultado a los centros naturistas organizados, con el cual se pretende equiparar nuestra legislación a la de Francia, donde el naturismo está considerado legalmente, como una práctica deportiva más. Por el momento, a los centros legalizados se les pide que se emplacen a más de tres kilómetros de un centro urbano, que estén protegidos de vistas exteriores y que la admisión esté reservada a los miembros de clubes y asociaciones, españolas o internacionales, reconocidas.

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DESNUDOS CON CARNÉ

Viene de la página 33Con respecto a la calidad de los servicios que cada camping o urbanización dé, deben estar de acuerdo a su categoría. Un camping naturista de cuatro estrellas debe cumplir los mismos requisitos de calidad que otro normal de igual categoría, con la única excepción de que aquí el derecho de admisión se controla a través de los carnés de socios de clubes nudistas. "Las asociaciones no pretenden ningún fin económico", dice Branko Bruckner. "Tan sólo controlamos, porque así lo marca la normativa legal, que se cumplan los requisitos establecidos oficialmente. Pero los campings y urbanizaciones pertenecen a empresas particulares que se encargan de su explotación como de un centro turístico más".

Porque el nudismo es también eso, industria turística. Y así lo han visto en varios países mediterráneos hace ya años. Yugoslavia es el mejor ejemplo. Según las autoridades turísticas de aquel país, los naturistas suponen un 25% del total de turistas que el país recibe cada año. La costa del Adriático es en este sentido una continua sucesión de campings y urbanizaciones para naturistas. Pero no sólo Yugoslavia. Francia, donde en Agde, en la costa sur, se reúnen cada año más de 40.000 naturistas; Grecia, donde el nudismo ha sido recientemente legalizado, e Italia explotan esta corriente de turistas.

Medio millón de afiliados

La Federación Internacional de Naturismo dice contar con más de 500.000 afiliados, de los que la mayoría, un 65%, pertenece a dos países: Francia y la República Federal Alemania. A continuación figuran Holanda, Bélgica, el Reino Unido, Estados Unidos, Suiza... La excepción la suponen los países nórdicos, donde el naturismo está tan integrado en la sociedad que no consideran preciso asociarse para su práctica. Pero ellos forman también un importante grupo turístico dirigido hacia los centros nudistas.

En España el número total de turistas extranjeros nudistas controlados en 1984 fue de 35.000. Número al que se llegó por el control realizado por las asociaciones a través de los carnés que se presentaron en los centros naturistas. Pero puesto que las playas en sí están abiertas a todo el público -sólo precisan de un cartel anunciando su característica de ser playa nudista-, el número total de turistas de este tipo pudo ser muy superior.

"El turismo naturista", dice Branko Bruckner, "es esencialmente familiar y la mayoría de sus practicantes pertenece a la clase media, con un nivel cultural considerable. Es significativo, por ejemplo, que nada menos que el 18% de los socios de la Asociación Naturista de Andalucía tenga profesiones relacionadas con la medicina".

En Francia se realizó en 1984 un estudio sociológico de los practicantes naturistas que, según los clubes españoles, es traspasable a nuestro país, y que daba estas cifras: cuadros superiores, 6%; profesiones liberales, 3%; artistas y periodistas, 2%; cuadros, 13%; enseñanza, 14%; funcionarios, 7%; técnicos, 14%; empleados, 17%; obreros, 3%; comerciantes, 4%; artesanos, 1%; agricultores, 1%;jubilados, 2%; estudiantes, 4%; sin profesión, 6%; no contestan, 3%.

El movimiento turístico hace que cada vez aumente el número de playas nudistas en nuestras costas. Ponerle a una playa el cartel de nudista es un proceso burocrático relativamente sencillo. Alguien, generaimente un club, asociación o grupo nudista pide al Gobierno Civil de la provincia que legalice la playa. Generalmente esto se hace con aquellos lugares en los que la práctica ilegal del nudismo es habitual. El Gobierno Civil pide entonces un informe al ayuntamiento en cuyo término esté situada la playa y a la Delegación Provincial de Turismo, y decide.

Un último enemigo les queda sólo a los nudistas, aunque están bastante acostumbrados a él: los mirones. Al principio eran tímidos y se situaban a cierta distancia provistos de prismáticos. Después se fueron acercando y con la disculpa de la caña de pescar algunos hombres se dedican a pasar las tardes de los sábados y los domingos estudiando los cuerpos de las nudistas. "Esto nos molesta", dice el señor Bruckner, "es fastidioso tener siempre a alguien empeñado en mirar a las entrepiernas, pero nos da más pena que otra cosa".

El caso del hotel La Parra, situado junto a una carretera, es un buen ejemplo de la pervivencia de los mirones. Allí, en las tardes de los domingos se agrupan en la carretera, situada sobre la pequeña playa del hotel, grupos de hombres que pasan indolentemente las horas tomando el sol al tiempo que de lejos calibran el cuerpo de las bañistas.

Sin embargo, los mirones que consideran más peligrosos son los que pudieran intentar hacerse socios de los clubes. Por ello es un requisito de la Federación Internacional de Clubes Naturistas que los socios nuevos sean parejas o mujeres. Para aceptar a hombres solos tienen que ser presentados por miembros de las asociaciones. Una discriminación que los clubes justifican como medida de protección. "Se quiere evitar así", dice Branko Bruckner, "que se nos presenten grupos de hombres que podrían hacerse socios para tener un lugar al que ir en los ratos de aburrimiento o desesperación".

En cualquier caso nunca rechace el ser nudista por la vergüenza de no tener una figura excepcionalmente esbelta. Casi nadie la tiene. Y ya lo dice el presidente de la Federación Española de Clubes Nudistas: "Es cierto que es más hermoso un cuerpo joven, pero también tiene un enorme encanto un cuerpo que ha afrontado el paso del tiempo. Naturismo es aceptar tu cuerpo tal y como es".

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