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LA FERIA DEL TORO DE PAMPLONA

Grave cogida de Rafael Gago

ENVIADO ESPECIALEl prólogo de la feria del toro es, tradicionalmente, la novillada, que la comisión taurina de la Casa de Misericordia programa siempre con un cartel de interés y reses propias para que los novilleros se luzcan y la gente se divierta. Constituye el aperitivo a los ajoarrieros y los chuletones que vendrán feria adelante: el matador con oficio, el toro-toro, que aquí suele ser torazo. El aperitivito de ayer, sin embargo, tuvo guasa, y hubo a quien le supo amargo. Especialmente amargo a Rafael Gago, que debutaba en Pamplona, pues sufrió un volteretón serio al entrar a matar y se lo llevaron maltrecho a la enfermería.Rafael Gago se entregó, materialmente, en el volapié, pues allí tenía el triunfo. Había toreado con mucha alegría y mucha garra a un novillo bravo que el picador desbarató mediante un puyazo carnicero. El novillo salió de chiqueros con muchos pies y al ir a rematar en tablas, prefirió evitar el choque y se lanzó en plancha al callejón, como el que se tira a la piscina. Menuda alegría le dio a la gente.Rústico verdugo

Plaza de Pamplona

6 de julio. Primera corrida de feria.Novillos de Joaquín Barral, que dieronjuego.Rafael Camino: ovación y salida al tercio; silencio; silencio; y vuelta al ruedo. Lalo Moreno: ovación y saludos; división cuando saluda. Rafael Gago: ovación, que recibe la cuadrilla. Cogido al entrar a matar, sufre dos cornadas: una de ellas en el triángulo Scarpa que diseca la femoral; padece lesiones lumbares y en una mano. Pronóstico grave.

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Estalló la fiesta

Contra el caballo también se tiró en plancha y estuvo a punto de desmontar al picador. Nunca lo hiciera, pues el individuo tocado de castoreño que cabalgaba el acorazado jaco, no era picador sino matarife, y pues debió ofender su dignidad el zarandeo, le horadó el espinazo con tal saña, que el bravo cornudito se puso a morir. Otro toro bravo que destruye un rústico verdugo.

Para los toros, el primer tercio es el patíbulo. Muriéndose y todo, el novillo embestía noble y Rafael Gago le hizo una faena bullidora que entusiasmó cuando ligaba el derechazo o el natural con el de pecho, sin mover las zapatillas de la arena. Después entró a matar y vino la cogida, el novillo buscándole con ferocidad en el suelo, el coleo para alejarle de la presa.

El toro que abrió plaza resultó ser de bandera y otra afición más integrada que la de ayer en Pamplona habría pedido para sus restos mortales los honores de la vuelta al ruedo. Recargó en dos varas y siempre se arrancaba al primer cite, de largo, y con alegría, para humillar en el embroque y perseguir suavemente el engaño hasta donde le mandara el matador. El matador era Rafael Camino, torero de oficio, voluntarioso y valiente, que posee el don del temple. Lanceó primorosamente a la verónica y con la muleta se diría que toreó muy bien si no fuera porque propende a "descargar" la suerte; es decir, a dejar atrás la pierna contraria, cuando debiera estar delante. Esta técnica facilita la ejecución del pase, pero le resta belleza y hondura. De ahí que Camino, aún causando muy buena impresión, no llegara a triunfar ayer, ni siquiera con ese novillo de bandera.

Los otros que le correspondieron ya presentaban problemas. El cárdeno capirote salpicao cuarto -una preciosidad- gazapeaba, y el sexto, muy flojo, se quedaba corto. A ambos les sacó partido, el que se podía, en estas circunstancias.

Otra novedad en el cartel era el torero de la tierra, Lalo Moreno, sobrino del ganadero navarro César Moreno. Lalo Moreno roza la treintena, que no es edad adecuada para iniciar la carrera de matador, y además le falta ángel. Bien es verdad que de toreros navarros no se esperan esquisiteces, pero valor sí, y esta cualidad no parece desbordarle al hombretón hecho y derecho. Tampoco fracasó. Tiene cierta técnica, que le sirvió para desarrollar sendos trasteos larguísimos, incoloros, inconexos y muy parecidos entre sí, a pesar de que sus dos novillos no se parecían en nada. Uno era terciadito, complicado, manso de solemnidad, que escapaba despavorido de la caballería y la infantería le inquietaba también, y otro colorao, alto y famélico, de manejable condición.

No había peñas en el tendido, como corresponde al prólogo de los sanfermines. Madres, hermanas, esposas, novias, chiquillería, hicieron uso del primer boleto del abono, para paladear el apertitivo, que no salió del todo bueno. El ajoarriero de la bovina fiereza y los chuletones de trapío se los reservan los mozos, y esos platos fuertes, que llaman con propiedad "feria del toro", empiezan hoy.

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