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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Interesantes ensayos estéticos

El grupo madrileño Teatro de Títeres La Tartana tiene ya una tradición y unos talleres propios para la construcción y la manipulación de las marionetas.En su último espectáculo, titulado Última toma, los mejores momentos están precisamente en todo lo relativo al juego de los muñecos, inimando una abreviatura de Romeo y Julieta, y en las figuras de una supuesta producción cinematográfica en la que actúan.

Hay en el trabajo de La Tartana un intento estético muy estimable, en los elementos con los que se busca un enriquecimiento del juego, la escenograria, las proyecciones, el uso de la música repetitiva y la utilización de algunas canciones. Es un teatro dedicado al ensayo, un grupo de trabajo y, por tanto, un grupo que experimenta. Lo que La Tartana encuentra, sobre todo en este terreno plástico, es interesante.

Última toma

Intérpretes-:Juan Muñoz Rebollo, Gracia Lleó, Sián Thomas, Andrés Hernández López-Rey, Carlos Segovia, Esteban Ortego. Música: Sián Thornas y A. H. López-Rey. Dirección de Carlos Marqueríe. Coproducción del Teatro de Títeres La Tartana y Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas, del Ministerio de Cultura.Estreno en Madrid: sala Olimpia.

No escapa este espectáculo a la maldición del teatro contemporáneo: la falta de inventiva y su sustitución por el trascendentalismo juvenil. La situación dramática del guión es primitiva. Se trata de una producción cinematográfica que manipula a los actores; la identíficación persona igual a marioneta, el sentido del destino, la presencia de la muerte y algunas cuestiones más están en ella. El espectáculo se inclina hacia la pedantería, unida al recreo sobre su propia labor, de forma que la represerítación resulta lenta y enfática.

Hay en Ultima toma una excesiva abundancia de tiempos muertos, con los cuales la representación alcanza unas dimensiones que parecen mínimas para el tiempo convencional de una función teatral, pero que dejan al descubierto el exceso de lentitud, un exceso que a lo largo de la representación acaba por recaer sobre el aguante de los espectadores.

Esta tendencia a minimizar narración y texto está envejecida. Hay que señalar algún acierto poético, que se pierde cuando aparece la necesidad de contar o de dar esqueleto a la plástica. Lo que vale como ensayo, bastante, no satisface como obra consumada.

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