Todos quieren a Mickey Mouse
La pugna entre España y Francia por albergar las instalaciones europeas de Walt Disney se decidirá en agosto
La Administración española ya ha pagado las 3.000 pesetas hipotéticas que cuesta entrar en un Disney World y está a la espera de conseguir un día feliz. Puede ocurrir, sin embargo, que la fiesta termine pasada por agua, porque al final tengan que comprarse un billete de avión para París si quieren disfrutar de su entrada.Y este cuento, que se viene repitiendo desde hace más de un año, podría tener un final a lo largo del presente verano, pues tanto la Administración española como la francesa han presentado ya sus ofertas a Walt Disney Productions, lo que se considera como la fase final antes de que la multinacional norteamericana se decida por el cosmopolitismo parisiense o por los espacios abiertos- y el sol- español.
No obstante, mayor desilusión podrían llevarse los franceses ya que en un principio no tenían rival para la adjudicación de este, proyecto en el que finalmente se coló España. El cambio de mentalidad en el consejo de Walt Disney, con la llegada de los hermanos Bass como accionistas mayoritarios, impidió que Francia -concretamente París- dejara de ser el único candidato para la mayor inversión extranjera en un país en este sector.
Durante 1985 se ha asistido a una auténtica guerra de nervios entre los dos candidatos -a principios de año quedaron fuera definitivamente los otros dos rivales, el Reino-Unido e Italia-, cada uno de los cuales ha ido lanzando globos sonda sobre sus respectivas posibilidades.
Si a primeros de marzo, por ejemplo, la televisión francesa y el periódico Le Quotidien aseguraban que el proyecto europeo de Disney se instalaría en Francia "con toda seguridad" en mayo la Prensa española señalaba la provincia de Alicante como el emplazamiento seguro del complejo de la multinacional norteamericana.
De todas formas, no pueden extrañar los nervios de las dos partes que cuentan con posibilidades reales de quedarse con el proyecto. El Disney World europeo supondrá una de las mayores inversiones extranjeras realizadas nunca en un país, ya que cuenta con un presupuesto de unos 2.000 millones de dólares, que al cambio equivalen a unos 350.000 millones de pesetas Un espléndido pastel que además tiene como guinda la posibilidad de crear 10.000 puestos de trabajo directos e inducir la creación de otros 30.000 indirectos.
Además, según las cálculos que manejan los negociadores españoles, un parque de atracciones de estas características traería apare jado un movimiento turístico anual de unos 12 a 14 millones de visitantes y podría llegar a mover del orden de los 700 millones de dólares (más de 122.000 millones de pesetas) al año.
Iniciativas privadas
Y, como no podía ser de otra manera, a este panal de rica miel miles de moscas acudieron... La Administración española no ha sido la única en estar al tanto de las evoluciones del proyecto. Muchos grupos de industriales y financieros españoles, tanto públicos como privados, han demostrado interés por el proyecto en uno u otro momento de su desarrollo, y algunos aún están a la expectativa. Otros, sin embargo, arrojaron ya la toalla hace algunos meses, con vencidos de que las posibilidades españolas, frente a las francesas eran prácticamente nulas.Tampoco faltaron las iniciativas que podrían calificarse de oportu nistas como la del extraño americano Roy Dutton, que llegó a pasear por la mayor parte de las comuni dades autonómicas españolas un fantástico proyecto que finalmente nadie creyó. Roy Dutton, que fue uno de los primeros en actuar como promotor de este proyecto en España, hablaba de una inversión de 7.000 millones de dólares (un billón largo de pesetas) y la creación de 400.000 puestos de trabajo, entre directos e indirectos
La Administración, neutral
La Administración española, que si en algún momento tuvo la tentación de apoyar algunas de estas iniciativas terminó por rectificar su criterio, sostiene la tesis de que en esta operación "no es necesario apoyar a ningún grupo empresarial concreto, porque ni el dinero ni el terreno suponen problema alguno en esta operación".Para las mismas fuentes oficiales, "Disney tiene el crédito suficiente como para levantar la deuda que quiera en los mercados financieros internacionales y nacionales". Y esta filosofía constituye una de las diferencias existentes, aunque no la única, entre la oferta de la Administración española y la de la francesa, que sí apoya iniciativas privadas concretas.
La posibilidad de participaciones privadas europeas en el proyecto es perfectamente acoplable a las ideas que Walt Disney Productions tiene respecto a su Disney World europeo. La idea de la multinacional norteamericana es la de abrir este proyecto a otras participaciones hasta un techo que podría oscilar entre el 49% o el 5 1 %, sin que se haya descartado definitivamente una participación al 50%. Y dichas participaciones podrían hacerse tanto en terreno la ubicación del parque precisaría de un terreno de no menos de 2.000 hectáreas- o financieras. Esta filosofía es nueva en Disney, ya que hasta ahora en los dos parques que tiene en Estados Unidos es propietario al ciento por ciento del capital social, y en el de Tokio renunció a la propiedad del capital a cambio de percibir sustanciosos royalties.
En cualquier caso, la postura oficial de los negociadores españoles es clara al respecto: "nosotros no queremos imponer a Walt Dis- ney Productions ningún socio concreto". Esta postura lleva aparejada una actuación muy concreta, y es que la Administración se ve obligada a presentar una oferta que resulte suficientemente atractiva, pero que al no contar con las posibles aportaciones privadas interesadas resulta bastante onerosa. Concretamente, la Administración española estaría dispuesta a apoyar la instalación del proyecto Disney en nuestro país con una cifra próxima a los 90.000 millones de pesetas.
Regalar el terreno
En esta cantidad se incluirían, además de las facilidades típicas para cualquier inversión extranjera de gran volumen (subvenciones, créditos blandos, obras de infraestructura y demás), el importe de los terrenos donde la multinacional norteamericana decidiera instalarse si finalmente opta por España. La Administración española está dispuesta a regalar los terrenos y sufragar el coste de su expropiación.De ser aceptada esta fórmula por Walt Disney Productions, el Gobierno se vería obligado a sacar una ley que regulara concretamente este tema, ya que de momento, y según la ley, el Estado puede expropiar los terrenos que considere necesarios en beneficio del país, pero el beneficiario siempre es el que paga los terrenos.
Los intentos por parte de grupos privados de llegar a acuerdos con la multinacional estadounidense no se han interrumpido, pese a la postura de la Administración. Concretamente, un grupo de ejecutivos de Walt Disney ha sido invitado, a través de un intermediario, para mantener el próximo lunes una reunión con el presidente de Expo 92, Manuel Olivencia, para analizar las posibilidades para que la sociedad norteamericana pudiera vender su propia tecnología (movimiento de masas, estructura interna, etcétera) que se aplicaría durante la celebración de dicho acontecimiento y que podría suponer un cuantioso contrato económico adicional .
Posiblemente, los ejecutivos de Disney serán informados durante la visita de otro gran proyecto turístico que se está gestando en la localidad malagueña de Benalmádena. Alternativas meramente coyunturales dentro de los fines que persiguen tanto los intereses privados como los oficiales, aunque éstos últimos no han desechado del todo poder utilizarlos en cierta medida en la oferta global.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.