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Un enfermo mental mata a puñaladas a sus padres y a su hermano en Alcalá de Henares

"Llama a la policía y a mi Juanita. Nos ha matado a los tres", manifestó ayer a una vecina Claudio Quintín Garrido, de 76 años, jubilado, mientras se apretaba el tórax, del que salía gran cantidad de sangre. Luego rodó por los escalones y quedó tendido en uno de los descansillos de la escalera, donde murió. Minutos después la policía, desplazada al número 13 de la calle Nuestra Señora del Pilar, en Alcalá de Henares, comprobó que era cierto: Miguel Ángel Garrido, de 26 años, era detenido como presunto autor de la muerte de su padre, de su madre y de su hermano Rafael, de 33 años. Según los vecinos, Miguel Angel, que se autolesionó, estaba sometido a tratamiento psiquiátrico, pues tenía sus facultades psíquicas alteradas.

Concepción Martínez, vecina del piso G de la décima planta, describe la escena como si aún la estuviera viviendo. Según ella, eran las 14.30 cuando Claudio, al que los vecinos llamaban el abuelo, salió del piso C y llamó al piso de al lado con el urgente ruego de que llamaran a la policía. "Tenía teléfono en su piso pero no debió atreverse a usarlo delante de él", dice la vecina. Él es Miguel Ángel Garrido, de 27 años de edad, que tras hacer el servicio militar trabajó en una oficina de la que, según los vecinos, le echaron sin que se sepa la causa. De aquella época quedó como único recuerdo la profesión de administrativo, que figura en su carné de identidad.Desde entonces Claudio, su padre, no dejó de repetir: "A mi hijo le han echado algo en el café y no parece el mismo". Miguel Angel se mostraba raro y hablaba de Adán y Eva, de sus padres, de si mismo, en unas largas conversaciones que sorprendían a sus vecinos. Concepción afirma que estuvo internado -"no sé si en el Psiquiátrico"- y cuando volvió se mantenía sin salir de su casa 15 y más días. "Lo mismo se pasaba sin comer varios días que arrasaba la nevera, según me contaba su madre".

El pasado martes Juanita, hermana de Miguel Ángel, que está casada y no vive en Alcalá, le llevó a un psiquiatra de pago. A su vuelta a casa, el joven quiso pegarla con una silla, y cuando su cuñado lo impidió, buscó un cuchillo. Luego, ante los vecinos, negó todo y dijo que cómo iba él a intentar una cosa así. Por la tarde se le vio entrar en su casa con una bolsa de botellas de vino dulce de las que dos aparecieron en la mañana de ayer en la papelera de la escalera. Se había bebido su contenido mezclado con cerveza.

Volar como Superman

Sobre las 11 de la mañana, Miguel Ángel arrojó una silla por la ventana y luego un destornillador. Pero eso no era motivo de alarma. Otras veces había hecho cosas raras. Según Concepción, aún se recuerda cuando dijo a su sobrino de cuatro años que se subiera en una silla y se tirara por la ventana, o cuando a las dos niñas de la vecina de arriba -de tres y cinco años- les dijo que se arrojaran por la terraza, pues podían volar como Supermán.Rafael Garrido, único hermano que vivía con él y sus padres, llegó sobre las 14.30 a casa desde la fábrica de plásticos donde trabajaba. Poco después, el padre, alarmado, pidió ayuda a la vecina que, al no poder establecer contacto con la Policía, pasó a casa de Concepción.

"Yo, entre tanto, salí", recuerda Concepción. "Allí estaba el abueler empapado en sangre. Sólo pudo decirme 'Llama a la policía y a mi hija Juanita. Nos ha matado a los tres'. Luego cayó por las escaleras".

Los policías empujaron la puerta del piso. Tras ella estaba la madre, María Alcalde Palomares, de 72 años, en medio de un charco de sangre. En otra habitación hallaron a Rafael. Un policía tuvo que salir a la escalera pues según dijo, acababa de comer y no podía aguantar la escena. Según dijo, Rafael debió ser golpeado primero y luego salvajemente apuñalado. Sobre su cuerpo había algunos muebles y tenía aún un cuchillo en el pecho que, tras atravesar el cuerpo, se había clavado en el parqué.

El presunto agresor, entre tanto, parecía absorto. Tras la agresión había entrado en casa de la vecina a la que había pedido socorro su padre y había exigido a su hijo de 17 años que le curara una herida que tenía en la mano Luego se arrodilló y oró para que la herida se le curara. Fue llevado al hospital madrileño de la Princesa sin que opusiera resistencia.

Allí se le apreciaron rasguños en una mano y una herida incisa en la pantorrilla derecha que obligó a intervenirle. Según el jefe de la guardia, el doctor Álvarez Amigo, la herida le había cortado la arteria tibial posterior, lo que le produjo una fuerte hemorragia, y su estado anoche era de gravedad. Tras pasar por la Casa de Socorro de Alcalá, el padre ingresó cadáver en el mismo hospital. Tenía 10 puñaladas en su cuerpo. La madre también ingresó muerta, en el sanatorio Vallés, de Alcalá. El juez ordenaba el levantamiento del cadáver del hermano.

Nadie entiende ahora por qué Miguel Ángel no estaba ingresado, y su tratamiento médico se limitaba a tomar media pastilla tras el desayuno, la comida y la cena y a ponerse unas inyecciones.

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