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Factores y proyección de una gran huelga

El análisis de los factores que han concurrido en favor de esta extensión de la huelga, es precisamente, lo que merece el primer comentario. Sintéticamente podemos citar:a) Unanimidad activa del sindicalismo español en el rechazo del proyecto del Gobierno sobre las pensiones, lo que, entre otras cosas, ha servido para dar una amplísima credibilidad social a ese rechazo. Al compartirlo UGT y decidir incluso echarse a la calle contra la reforma, los intentos del Gobierno para demostrar la bondad y necesidad de la misma pierden toda su eficacia: se queda absolutamente sólo.

b) Carácter abierto y casi unánime de la convocatoria de la huelga. Aunque la promotora de la iniciativa fue CC OO, la convocatoria la hicieron todos los sindicatos con alguna entidad, excepción hecha de UGT. El amplio espectro que abarcó dicha convocatoria sirvió para darle una también amplia credibilidad política.

c) Índice de malestar social por la política del Gobierno y sus efectos. Creer que la motivación de muchísimos huelguistas y simpatizantes de la huelga era exclusivamente lo proyectado para la Seguridad Social sería una simplificación. Ha sido una acumulación de agravios, entre los que el de la Seguridad Social ha jugado el papel de la gota que colma el vaso.

d) Manifestaciones del 4 de junio, convocadas por UGT y CC OO. Al reducir el enfrentamiento entre ambas centrales sindicales; al expresar unidad de acción en torno al mismo objetivo; al mantener el Gobierno después prácticamente intacto su proyecto de ley al ser objetivamente favorable para UGT, en su confrontación interna con la dirección del PSOE y el propio Gobierno, el que el proceso de la huelga siguiera su curso, las manifestaciones del 4 dejaban implícita la inhibición cuando no la simpatía de sectores de UGT hacia la huelga.

e) Oportunismo de la derecha. Aunque su solvencia para rechazar la ley y para defender a los pensionistas a través de la Seguridad Social pública es inexistente, lo cierto es que ni la derecha política ni las organizaciones patronales sobre las que influye destaparon la caja de los truenos contra la huelga. Y no precisamente por gustarles, sino por sacar tajada política de una acción cuyo filo erosionaba al Gobierno del PSOE. Sólo cuando calibró la magnitud de la huelga se dedicó a descalificarla.

La influencia de estos factores ha sido desigual, pero el rigor analítico exige mencionarlos. Como también exige hacer una mención especial a la militancia de los sindicatos. Sin el grado de unanimidad con que los cuadros y militantes de CC OO y otros sindicatos se han volcado en la preparación de las condiciones para la generalización de la huelga no hubieran sido posibles las cotas alcanzadas. Ha sido un auténtico revulsivo sindical y el factor determinante del éxito.

En cuanto a esa imagen que ha pretendido asociar amplitud de la huelga con violencia de los piquetes no vale la pena molestarse en refutarla: es clarificadora de la trinchera en que se colocan cuando la clase obrera, como tal clase, se deja oír.

En resumen, una gran huelga sindical, una serie de factores favorables a ella y unos grandes protagonistas: los militantes, los trabajadores y los sindicatos, entre los que, sin ningún interés cicatero, hay que destacar a CC OO.

Y ahora qué

La segunda reflexión se liga a la gran pregunta de todos: y ahora ¿qué?

En el aspecto político, se abre la interrogante de cuál va a ser la proyección de la huelga del 20 de junio. Pues, a priori, no está nada clara.

Teóricamente, al representar una recuperación de protagonismo por parte de la clase obrera, debería robustecer a los partidos a la izquierda del PSOE. Hablando en plata, lo normal sería que, política, social y electoralmente, avanzaran principalmente los comunistas. Pero a nivel político, lo característico en ese campo es la división y el enfrentamiento abiertos.

Sin un esfuerzo coherente que bascule en la reconstrucción de la unidad de los comunistas sobre la base de una mayor organización de la propia clase obrera, fortalecida política e ideológicamente, y que incluso pueda plasmarse en las próximas elecciones es, repito, muy incierto lo que por ese lado pueda proyectar el 20 de junio.

Y añado que desde CC OO, por su misma pluralidad, por su función estrictamente sindical y por la exigencia de mantener y fortalecer su unidad interna debemos, como tal sindicato, ser muy prudentes en ese litigio. Lo que sí debemos es ser capaces de traducir en organización y encuadramiento sindicales la capacidad de movilización que los trabajadores han demostrado el 20 de junio.

En cuanto el Gobierno y al PSOE, aparte algún retoque al proyecto de ley, lo previsible es que cambien de táctica para intentar desarrollar la misma política. Hay bastantes datos como para pensar que, sustantivamente, no van a modificar la filosofía de fondo de su política económica.

Lo que sí es probable es que intenten dar oxígeno a la agónica política de concertación social, una de las cosas que el 20 de junio ha literalmente asfixiado.

Sin confundir utilización del poder negociador de los sindicatos con política de concertación social, es claro que en el marco de la actual política económica y en la perspectiva de un aumento del paro, de la aceleración de la acumulación capitalista privada, derivada del ingreso en la CEE y bajo las premisas de la política económica actual, la concertación social sólo puede parir lo que ha parido: el AES. De ahí que sindicalmente corresponda mantener la política de oposición a esta política económica, tratando de conseguir avances parciales y satisfacción a reivindicaciones concretas. La línea de actuación anterior al 20 de junio, mantenida con firmeza, puede incluso favorecer que el desenganche de UGT en el tema de las pensiones se extienda más adelante a la política económica general.

Hay, en fin, que pensar en cómo aprovechar los efectos positivos del 20 de junio para una mayor unidad de, los trabajadores y un avance en la unidad de acción de los sindicatos, muy necesarias para el probable motivo central de futuras movilizaciones: el paro, más seguridad en el empleo y cambio progresista en la política económica.

Julián Ariza Rico es secretario de relaciones unitarias, políticas e institucionales de la sección sindical de CC OO.

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