Por Dios
Mientras la alianza impía entre el beaterío patrio y la extrema derecha trata de impedirnos ver la película de Godard, a pesar de que nada ni nadie obliga a que ellos la vean, los terroristas sijs o shiíes realizan o se autoatribuyen espeluznantes salvaadas así en la tierra como en el cielo, y nunca mejor dicho. En el nombre de Dios. Los terroristas no pelean en nombre del paraíso terrestre, sino en el nombre de Dios. Era de temer. Ante la evidencia de que el paraíso terrestre es improbable, hay que irse a por el otro.Y la conciencia satisfecha occidental contempla los excesos teológicos del mal salvaje como se contempla cualquier descontrol de esfínteres, esta vez agravado el disgusto por el miedo atávico a. las razas oscuras. La satisfecha conciencia occidental ve el fundamentalismo en el ojo ajeno y lo ignora en el propio. Se rasga las vestiduras ante la barbarie evidente de fundamentalismo islámico, pero se extasía en corporación ante los discursos del fundamentalista blanco, capaz de financiar barbaries en el nombre del Dios de los blancos y de los bancos. El fundamentalismo blanco no necesita volar jumbos ni secuestrar aviones. Le basta con conseguir fondos para que la CIA extermine nicaragüenses o derribe regímenes democráticos para instalar dictaduras sanguinolentas Sus clientes no tomarán en cuenta la barbarie o bien porque la practica mediante intermediarios o bien porque la teoriza en el nombre del Dios verdadero.
Cuando estalló la crisis del petróleo, prosperó en Occidente una corriente emocional antiárabe. El peligro amarillo era sustituido por el peligro oscurito, pero detrás de aquellos desalmados mercaderes del petróleo estaba el enemigo esencial y a la vez histórico de las razas escogidas. Nadie señaló entonces a los mercaderes de Occidente: que instrumentalizaban la crisis para su ganancia y para acentuar las relaciones desiguales incluso entre las grandes potencias. Ahora, el salvajismo oscuro facilita las cosas sobre todo la delimitación exacta entre lo negro y lo blanco. La derecha occidental también mata a veces en el nombre de Dios, pero ha aprendido a no mencionarlo en vano.
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