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Reportaje:

Los maestros del 'sin comentarios'

Portavoces y directores de Comunicación de Johnson, Nixon, Carter y Reagan dieron al mundo la verdad oficial de la Casa Blanca

Rosa Cullell

Cuando el presidente Harry Truman tuvo que comunicar a la Prensa de Washington que había sido lanzada la bomba atómica sobre Hiroshima, dijo simplemente: "Que pasen los chicos". Los chicos entraron en la oficina de Truman y el presidente les explicó el final de la II Guerra Mundial. Ahora, alrededor de 2.000 periodistas cubren día a día la información de la Casa Blanca; otros 2.000 lo hacen esporádicamente y varios cientos de corresponsales extranjeros solicitan asiduamente información sobre el presidente de EE UU."Johnson era un hijo de puta. Pero era el más grande de todos. Cada día que trabajé con él quise dejar mi puesto, pero, siempre, en el preciso momento en que ya había decidido abandonar hacía algo magnífico. Su mujer decía que Lyndon era capaz de apagar el infierno con un cubo de agua". George Reedy nació en 1917 en East Chicago. No estudió periodismo -"mi padre me hubiera matado"-, sino sociología, pero se convirtió en los años cuarenta, cuando trabajaba para la United Press, en uno de los más conocidos periodistas políticos de Washngton. En 1950 comenzó a trabajar para Lyndon B. Johnson y, tras la muerte de John Kennedy, fue designado como portavoz de la Casa Blanca.

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Reedy, un hombre de enorme estatura y pelo ya blanco, tuvo fuertes discrepancias con Johnson, que le llevaron a apartarse de a Casa Blanca. "Llegó un momento en que yo estaba en total desacuerdo con el presidente sobre la guerra de Vietnam y me era impoible hacer de portavoz. El propio Johnson, al comienzo de la guerra, era muy escéptico sobre la necesidad de EE UU de intervenir en Vietnam. Luego, con la muerte de Kennedy, quiso demostrar que se podía matar a un presidente, pero no a Estados Unidos". El presidente no "encajó bien" la posición de su jefe de Prensa en contra de la guerra de Vietnam y este hombre, que recita a Shakespeare sin tartamudear, dejó Washington.

El ahora catedrático de la universidad de Marquette (Wisconsin) piensa que, además de Vietnam, la postura de Johnson sobre la Prensa contribuyó a dificultar su trabajo. "Johnson quería un relaciones públicas; creía que mi trabajo era conseguir que su nombre saliera cada día en los periódicos. Estaba obsesionado con lo que publicaba la Prensa y pensaba que había un compló detrás de cada artículo que le perjudicaba. Helen Thomson, una periodista, escribió una magnífica historia sobre cómo Johnson, durante su estancia en Tejas, caminaba cada día hasta el rancho de su prima, que vivía sola en medio de ese desértico paraje. Su prima, escribió Helen, le recibía descalza, tomaban un café en la cocina, hablaban... Era una historia tierna, de las que apasionan al público norteamericano y ayudan a ganar miles de votos. Pero Johnson pensó que la periodista quería dar la idea de el presidente tenía una familia de ignorantes".

El presidente era, sin embargo, según Reedy, "un gran político, el más interesante de nuestros últimos mandatarios". Johnson, afirma su antiguo portavoz, "odiaba" a Bob Kennedy. "El odio era mutuo. Lyndon se llevaba bien con John, con Teddy, con su padre, Joe, pero ¿creía que Bobby estaba todo el día conspirando contra él desde la Prensa. Y, probablemente, era cierto". Joseph Laitin trabajó con el entonces portavoz Reedy, como ayudante de Prensa de Johnson, y tuvo que responder a muchas preguntas delicadas. Laitin tenía muy clara su función: "Si no sabes omitir respuestas sin mentir, sin sentirte culpable, es mejor no trabajar en la Casa Blanca". Laitin fue con Johnson a Roma, a ver al Papa y conseguir su bendición, en la época en que tropas de EE UU luchaban en Vietnam: "El consejero del Papa me dijo que Johnson tenía que hablar también con el presidente de la República Italiana. Lyndon se negaba, pero al final claudicó por que, si no, no había entrevista con el Papa. Yo, evidentemente, no ex pliqué la historia completa a los periodistas. ¿Mentí? No, simplemente, no conté todos los hechos"

Volar con Nixon

"Fui la única persona que estuvo en el avión presidencial, el Air Force One, con Richard Nixon en su viaje desde Washington a San Clemente. En el momento en que Ford juraba como nuevo presidente de Estados Unidos, el Air Force One volaba sobre Misuri y Nixon mantenía una postura filosófica". El portavoz de la Casa Blanca desde 1969 hasta 1974, Ronald Ziegler, no sólo estuvo con Nixon hasta su dimisión, sino que permaneció 11 meses en San Clemente con el ex presidente.Ziegler no estudió periodismo, sino marketing, pero debió enfrentarse al mayor escándalo presidencial desvelado por un periódico, The Washington Post, en toda la historia de EE UU, el Watergate. El portavoz de la Casa Blanca, el hombre que debió responder a las preguntas de cientos de periodistas, no supo "hasta después de la dimisión de Nixon lo que había pasado, cuando el presidente personalmente me lo explicó". Su último año en la Casa Blanca fue muy difícil y tuvo que responder con muchos "sin comentarios". "Sin embargo", dice, "yo nunca mentí a los periodistas. Si en alguna ocasión no dije la verdad, fue, simplemente, porque un portavoz debe creer en lo que dice el presidente y repetirlo a la Prensa".

Ahora, a los 46 años, Ziegler prepara un libro sobre su período como portavoz de la Casa Blanca. "Pero aún no es el momento de publicarlo", afirma. Este republicano nacido en Kentucky sigue, a pesar de todo, "siendo amigo de Nixon y le respeto porque es un superviviente". Ziegler, que también tiene la mirada penetrante de los supervivientes, continúa viviendo en Washington DC, pero ahora su único contacto con la Prensa es la publicación de un periódico dirigido al sector del transporte por carretera de EE UU.

Un granjero de Georgia

Gerald Rafshoon nació en Nueva York, pero vivió 12 años en Georgia. Allí conoció a "ese simple, honesto y trabajador granjero, devoto de su mujer y de su familia, que era Jimmy Carter". En 1976, Carter le contrató para que, junto con otros cuatro expertos en comunicación, llevara su campaña para la presidencia. Luego, en 1978, se convirtió en director de Medios de Comunicación de la Casa Blanca."Carter llegó a la Casa Blanca con una obsesión: no mentir. Hicimos conferencias de prensa dos veces por semana y hablamos con los periodistas más que ningún otro presidente de Estados Unidos. Fue una locura". Esa locura llegó a su punto álgido cuando un grupo de estadounidenses fue secuestrado en Irán, a un año de las elecciones a la presidencia. "La cadena de televisión CBS contó noche tras noche, durante casi un año, el secuestro. Carter pareció olvidarse del resto de los temas de gobierno y su única preocupación era rescatarlos vivos".

Cuando los secuestrados habían sido liberados y llegó el momento de la reelección, el honesto granjero de Georgia "ya estaba agotado y se encontró como adversario a un hombre de Hollywood, a un experto en vender imagen, al que todos los miembros del equipo de Carter subestimamos". "Yo siempredigo", sonríe Rafshoon, "que mi trabajo como técnico de comunicación me lo quitó Reagan y no sus asesores. Él es el mejor director de comunicación que ha tenido nunca la Casa Blanca".

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