El brillo blanco de Al Stewart
Los seguidores más convencidos del escocés Al Stewart y que podían pagar 1.500 o 1.300 pesetas apenas llenaron la mitad del recinto madrileño. Mikel Barsa, organizador del concierto, se ha vuelto a equivocar, porque el recital que ofreció este grupo de músicos británicos y estadounidenses mereció más calor comunicativo en su recital del Alcalá Palace, en Madrid. Se escucharon, si se conocía el estilo del protagonista, canciones bien hechas de base netamente folk.Al Stewart, de voz fina y lánguida, nunca sonará rock, aunque en su instrumentación se aprecien guitarras fuertes o arreglos tímidos de blues. Exaltó el cantante a sus músicos multiinstrumentistas que se intercambiaban en funciones y halagó especialmente a su compañero de siempre, Peter White, con el que ha escrito varios temas, como Time passages.
Al Stewart y su banda
Concierto de pop /folk. Teatro Alcalá-Palace. Madrid, 18 de junio.
Conjuntados
En esta pieza, ambos se conjuntaron -voz y guitarra con piano- y se expresaron en régimen de orquesta sincronizada, intención acertada que después repitieron en Rumours of war, donde White programó la percusión y además brilló con bellos arreglos de metal en sintetizador.Las congas y campanillas del veterano Steve Chapman adornaron el éxito On the border, precedido de un fragmento osado en guitarra cuasi española de corte hispánico más que flamenco a cargo de Peter White.
El público madrileño, no obstante, lo celebró sorprendido del virtuosismo mágico de este músico.
Preciosismo, elegancia y nostalgia aparte, este concierto pudo carecer de cierto entusiasmo general, favorecido por la temperatura calurosa del local madrileño donde actuó la banda sobre todo en la última parte, por la falta mencionada de asistentes, y también por la línea paralela de las piezas del repertorio.
Y, en algunos casos, la repetición de solos de guitarra extendidos a la vieja usanza pudo agotar la escucha de las melodías. Year of the cat, el tema que regaló fama y dinero a Al Stewart, sonó desenfadado, más espontáneo, si se quiere, pero sobraron los punteos excesivos en una guitarra dura, que, eso sí, enlazaron acertadamente con el saxo. Los espectadores aplaudieron su añoranza a una melodía perfecta.
En la reaparición al escenario, y tras la presentación, siempre cómica de intención, de una de las canciones más nuevas, Strange girl, Al Stewart y su banda se repitieron en el Alcalá Palace porque lo mejor ya había pasado.
La banda sin Stewart realizó una rara recreación rockera del fragmento principal de La muerte tenía un precio, de Ennio Morricone, y después todos se despidieron alegre y definitivamente con una versión ligera y muy peculiar de Love times zero, de Bob Dylan. Al Stewart ha tocado en Madrid como lo ha hecho en Bilbao y lo hará en Barcelona y Zaragoza.
Babelia
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