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El secuestro aéreo de Beirut

Mientras que una treintena de prisioneros viven su cuarto día de angustia, milicianos y autores del secuestro se codeaban fraternalmente en torno al avión, y nadie sabía con exactitud cuantos pasajeros seguían retenidos a bordo. Se asistía a un espectáculo análogo al sucedido la semana pasada en el boeing jordano de Alia.El jefe del movimiento shií Amal, Nabhi Berri, árbitro y participe, se encarga desde el domingo por la tarde de las negociaciones sin conseguir muchos progresos. ¿Pero qué poder tiene este extraño ministro sobre estos locos milicianos?. La movilización de su movimiento, Saida a Baalbek, que ha decretado para responder a una eventual intervención militar israelí o americana, parece sobre todo la tentativa de un jefe abrumado por tomar el control de sus tropas.

Embriagados por los éxitos en el sur contra el Ejército israelí, los milicianos shiíes no han hecho caso de la tanto tiempo anunciada moderación de su jefe político. Le fuerzan y obligan hoy a adoptar una posición inconcebible, aunque en Libano nada es inconcebible. Walid Jumblat, hostil a la actual operación, porque es dirigida por shiíes, con los que no está en buenas relaciones, había aparecido recientemente en una conferencia de prensa junto a un pirata del aire, sin duda en su calidad de ministro de transportes de un Gobierno fantasma.

Descuidada durante mucho tiempo, la comunidad shií ha tomado un peso político en favor de la guerra que acentúa las divisiones en su seno, en principio divisiones entre religiosos y laicos, y en el interior de estos grupos entre moderados y radicales que no obedecen siempre a los imperativos exclusivamentes libaneses. La batalla en los campos ha aumentado estas diferencias, revelando el increíble odio que experimentan hacia los palestinos, ha cruzado la fosa entre los shiíes por un lado y los sunitas y drusos por otro. Las otras comunidades temen la instauración de un poder exclusivamente shií en Beirut oeste.(...)

Ante ésta radicalización, los dirigentes shiíes se callan, condenan timidamente a los extremistas o incluso, como Nabhi Berri, asumen con la bendición de Damasco, sus agitaciones más odiosas a la espera de poner orden.(...)

17 de junio

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