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La carrera por la jefatura del Estado en Italia

La DC no quíere perder la presidencia

Juan Arias

J. A., Nunca fue fácil en este país la elección de la jefatura del Estado. Nunca salió el candidato o los candidatos oficiales. Como en los cónclaves de la Iglesia, quien "entra Papa sale sólo cardenal". Por eso De Mita, secretario general de la Democracia Cristiana, ha podido bromear diciendo: "Será uno de los que no baraja la Prensa". Como ocurrió en los dos últimos cónclaves de la Iglesia.,

Los socialistas han dicho ya que todo tiene el aspecto de un cónclave, pero han pedido que pueda todo ser menos secreto. Las hipótesis son muchas. La primera, que los comunistas, si no les presentaran un candidato para ellos creíble, votarán a Pertini y pedirán para él los votos de todas las fuerzas progresistas. Y como se sabe por experiencia, los diputados (630) y senadores (323), a los que, se añaden 58 representantes regionales, donde se sienten más libres de votar en conciencia es precisamente en la elección del presidente.

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Esta vez, sin embargo, la Democracia Cristiana está dispuesta a no dejarse perder el Quirinal. Ha sido la única condición que han puesto al secretario De Mita. Pero el problema será ponerse de acuerdo sobre el candidato. El secretario democristiano quiere dar un ejemplo de limpieza, en consonancia con la línea de renovación del partido. Y querría ahorrarse los espectáculos de los años pasados. Por eso su lucha será para que el candidato, negociado antes hasta con los comunistas, pueda ser elegido incluso a la primera votación.

Pero aquí está lo difícil. La Democracia Cristiana no quiere imponer un candidato contra los comunistas. Pero tampoco podría hacerlo contra los socialistas. Ahora bien, el democristiano que querrían los socialistas, Arnaldo Forlani, el actual vicepresidente del Gobierno, un craxiano de hierro, no gusta precisamente por esto a los comunistas. Y el candidato que le gustaría a De Mita, por su novedad, Leopoldo d'Elia, ex presidente de la Corte Constitucional, que no es ni verdadero democristiano y les gustaría mucho a los comunistas, no gusta, por el contrario, a los socialistas, ni a tantos diputados y senadores a quienes les parecía una ofensa que entre los 1.011 electores no haya uno sólo digno del cargo.

Entonces quedan Giulio Andreotti, o Francesco Cossiga, presidente del Senado, o Amintore Fanfani, o el ministro del Interior, Luigi Scalfaro, o Benigno Zaccagnini. O mil otros. Por ejemplo, la ex ministra Tina Anselmi, presidenta de la comisión parlamentaria sobre la logia P-2, candidatura que para muchos significa la única posibilidad de un recambio a Pertini en una línea de diversidad y popularidad. Y de no ser un democristiano, no se excluye que pueda ser elegido incluso Norberto Bobbio o el mismo Bettino Craxi, el presidente del Gobierno. ¿Podrían ponerle el veto los comunistas? Ya han dicho que no, pero del dicho al hecho hay mucho trecho.

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