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Alí Agca se presenta como un ideólogo frío y lúcido

Juan Arias

Alí Agca, de 27 años, el terrorista turco que atentó contra el Papa, cambió ayer radicalmente de actitud en su nueva comparecencia ante el tribunal que intenta revelar en Roma la trama criminal existente tras el ataque contra el Pontífice. Si al abrirse el juicio se presentó como un místico que había visto en la cárcel a medio paraíso, como la reencarnación de Jesucristo, y anunció el fin del mundo, ayer prefirió presentarse como un ideólogo frío y lúcido, a quien no fue posible arrancar una palabra de más.

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Respondió a todas las preguntas del juez Severiano Santiapichi en un italiano perfecto. Tenía con él un librito que no fue posible saber si era un diccionario o un devocionario, ya que se parecía a un misal y lo escondía apretándolo entre sus manos.El primer día había asegurado que estaba dispuesto a responder a condición de que el Vaticano no contradijese sus primeras declaraciones. Del Papa había llegado un simple no comment acompañado del silencio total sobre el proceso tanto en el diario vaticano L'Osservatore Romano como en Radio Vaticana. Y Agca ha cumplido la palabra, respondiendo ayer, con calma, sin levantar nunca la voz.

A veces, se permitía incluso algunas ironías con el presidente, a quien intentaba indicar cómo debía hacerle las preguntas. Por ejemplo, cuando Santiapichi trataba de sondear cuál había sido su formación ideológica, lo estaba haciendo a la italiana, con muchos flecos. Y Alí Agca: "¿Por qué no pregunta abiertamente qué libros leía yo entonces? ¿Es eso lo que quiere saber?".

En un martilleo de preguntas y respuestas, el autor del atentado contra el Papa explicó que él nunca había matado a ningún inocente: "Yo era sólo", dijo, "un ideólogo". Explicó que su papel era el de "informar" y "proyectar atentados políticos". Manifestó que confesó en su día el asesinato del periodista del diario turco Milliyet, siendo inocente, con objeto de "salvar a tantos de mis amigos". Su confesión fue una "advertencia para que lo sacaran de la cárcel".

"¿Advertencia a quién, a los poderes ocultos del Estado?", le preguntó el presidente Santiapichi. Y Alí Agca añadió: "Pero quien me hizo salir de la cárcel de Estambul fue Oral Celik", el personaje de esta novela aún desaparecido, si es que de verdad existe.

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Explicó Alí Agca: "Yo siempre usé a todos pero nunca me dejé instrumentalizar. Yo hice una organización mía escogiendo las personas de entre las diversas componentes subversivas de entonces". Confesó que le gustaba actuar "dejando siempre todas las puertas abiertas". Exactamente como está haciendo ahora.

Su formación, indicó, se hizo "con lecturas y experiencias de la vida: sociológicas, psicológicas y religiosas". Definió a los Lobos Grises, con los cuales, según aseguró, había tenido sólo relaciones personales, como "una organización de extrema derecha, nacionalista, anticomunista, pero con un componente prevalentemente aventurero y criminal".

Y añadió, recordando a los observadores presentes, ciertos procesos de los ideólogos italianos de extrema izquierda: "Es difícil explicar para ustedes, extranjeros, el contexto de Turquía en aquellos momentos, ya que mi país estaba en vías de desarollo, a la búsqueda de una nueva identidad, de nuevos equilibrios donde el progreso tecnológico y económico crea nuevas contradicciones".

Y añadió: "Pero en realidad no existía una verdadera respuesta política a todo ello. Por eso había degradación y en estas condiciones nacían nuevas organizaciones de derecha y de izquierda. Los Lobos Grises era una de ellas. Yo las calificaría de asociaciones terroristas criminales".

El presidente lo interrumpió para preguntarle si él había compartido o no la ideología de los Lobos Grises. Agca respondió que "bien poco, porque no tenían una alternativa, carecían de un ideal, querían proteger a la patria, luchaban contra la democracia parlamentaria, estaban contra todos, pero no proponían nada nuevo".

Nunca había disparado

Según el terrorista turco, los Lobos Grises eran "una organización con una estructura militar y otra política". Y repitió por activa y por pasiva que él había sido exclusivamente un "ideólogo puro" que nunca había disparado una pistola, ni siquiera para cometer un atraco a un banco, antes de haber atentado contra el Papa.También ayer Agca se presentó vestido de celeste, sin corbata, sonriente. El presidente del tribunal dijo a los fotógrafos: "Le dejo a disposición de ustedes cinco minutos". Antes de que hubiera acabado la frase, un enjambre de cámaras y telecámaras se lanzó materialmente sobre él, haciéndolo desaparecer literalmente. Acabado el plazo, el presidente gritó: "Ahora basta, ya he sido bastante bueno. La próxima vez volveré a dejarlo a vuestra disposición, ahora hay que trabajar". En las jaulas donde permanecen los acusados durante la vista estaban ya presentes el búlgaro Sergei Antonov y el turco Musa Seadar Celebi, el joven ingeniero con rostro inteligente que sonreía y saludaba con la mano amistosamente a todos.

El más serio era ayer Omar Bagci, que demostró ser un hombre duro que está luchando con todas las armas a su alcance para salvarse de la cadena perpetua.

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