El 79% de las familias de EE UU se beneficiará de la reforma fiscal, según Reagan
La reforma fiscal presentada por Ronald Reagan al país como "revolucionaria" en la madrugada del miércoles supone fundamentalmente transferir el peso de la presión fiscal desde los ciudadanos a las empresas, en un intento de eliminar los aspectos más injustos de un sistema que permite utilizar los trucos legales para, que grandes corporaciones y algunos individuos muy ricos no paguen impuestos. El presidente explicó que el 79% de las familias norteamericanas se beneficiará de su plan, mientras que todas las empresas pagarán en el futuro un impuesto mínimo, porque "se han acabado los viajes gratis".
El objetivo de la cruzada de Reagan es la clase trabajadora y media, a la que promete convertir sus sueños en realidad en un futuro de crecimiento y progreso económico.Si el presidente logra que esta reforma sea aprobada por el Congreso, el actual reglamento fiscal de 2.052 páginas "que obligaba a Einstein a pedir ayuda para rellenar su declaración", según afirmó Reagan, quedará reducido a 450 páginas, y los ciudadanos que lo deseen no tendrán que hacer declaración fiscal llegándose a un sistema voluntario. Se limitarán a esperar a que Hacienda les devuelva dinero o les envíe a su domicilio una cuenta con los impuestos que deben pagar.
Reducción de tipos
La reforma de Reagan está basada en el principio de que mucha gente corriente paga muchos impuestos porque unos pocos no pagan lo que es justo. Los perdedores son la gran industria contaminante de capital intensivo, los bancos, las compañías de seguros, las industrias químicas y mineras y las eléctricas, que hasta ahora están pagando menos del 10% de sus beneficios en impuestos.Los actuales 14 tipos fiscales en el impuesto sobre la renta quedan reducido a tres: 35%, para los ingresos de más de 70.000 dólares; 25%, para rentas entre 29.000 y 70.000 dólares, y 15%, entre 4.000 y 29.000 dólares. Actualmente el tipo máximo es del 50%. Los primeros 4.000 dólares de la declaración familiar están exentos, el doble que actualmente, lo que le permite afirmar al presidente que su plan es pro familiar. Sin embargo, la reforma acaba con la actual dedución que beneficia a las parejas cuyos dos miembros trabajan, existente ahora para no penalizar al matrimonio.
Para las empresas se reduce también el tipo máximo de un 46%. a un 33%. Si la reforma es finalmente aprobada, los individuos pagarán un 7% menos, y las empresas, aproximadamente, un 9% más. Más de 65 categorías de tratamiento fiscal preferente serán eliminadas o simplificadas. "Creo que nuestro sistema fiscal es "injusto, indeseable y estúpido y se ha convertido en antiamericano", afirmó el presidente en un discurso televisado a la nación, en el que prometió un futuro de "mayor crecimiento y oportunidad para todos".
Reagan confía en que su plan estimulará una nueva etapa de crecimiento económico cuando los contribuyentes tengan una renta mayor después de impuestos, que podrán ahorrar o invertir. The New York Times afirmaba ayer que, sin embargo, ni el secretario del Tesoro puede probar aún que este plan originará una economía más sana o una sociedad más justa.
Reagan se ha convertido en el defensor de los ciudadanos, a los que ha prometido aliviar de "las cargas fiscales injustas", al tiempo que se compromete a luchar contra "los intereses especiales" de unos pocos. El presidente estima que esta batalla será la clave de su segundo mandato, y de su resultado dependerá su lugar en la historia política de Estados Unidos. Antes incluso de que hiciera pública su propuesta, centenares de abogados y grupos de presión se han puesto a trabajar para conseguir que los diferentes intereses que representan continúen disfrutando de reducciones y exenciones fiscales.
Ir más lejos
Sin embargo, el presidente no ha querido ir todo lo lejos que algunos le aconsejaban contra los intereses del mundo de los negocios y de los americanos más poderosos, que constituyen su principal apoyo político. Su plan no toca algunos agujeros del sistema que permiten obtener ventajas fiscales a la industria petrolífera, para las que mantiene las deduciones por inversiones para investigación y nuevas prospecciones.En el plan hay buenas noticias para los inversores, ya que se reduce del 20% al 17,5% el impuesto sobre los beneficios del capital. Pero el populismo de Reagan le ha llevado a acabar con algunos tratamientos preferenciales para algunas industrias, como la siderurgia y los automóviles, que pierden el crédito fiscal por inversión en nuevos equipos. Tampoco podrán utilizar como hasta ahora el sistema acelerado de dedución por amortización.
Las empresas de tecnología y servicios son las grandes beneficiadas por esta reforma, ya que no dependen tanto de la inversión en maquinaria y equipo pesado. Los pequeños negocios también saldrán ganando, ya que verán reducidos sus impuestos y no se benefiaban de las deduciones que ahora se cierran para las grandes empresas. También a partir de unos ingresos de 70.000 dólares se pierde la progresividad del impuesto, ya que el máximo que se paga es 35 centavos por cada dólar que se ingresa sobre esa cantidad.
Una parte importante de los nuevos ingresos necesarios, unos 38.000 millones de dólares, vendrán de una posibilidad que el nuevo plan cierra. No se podrán deducir de la declaración federal de la renta los impuestos que se pagan a nivel local y estatal. Esta medida ha levantado una oleada de críticas entre los ciudadanos de los Estados donde los impuestos son más altos, por ejemplo, Nueva York. Reagan confía, sin embargo, en que sólo un tercio de los americanos viven en Estados muy caros fiscalmente y persigue también con esto reducir el tamaño y el peso de las burocracias locales.
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