La mujer torturada en una masía de Barcelona afirma que los asaltantes quisieron matarla
"Nos encontramos bastante bien, aunque a mí me duelen las quemaduras; a ella le rompieron una costilla y luego le metieron por el recto un garrote que teníamos para el ganado", declaró ayer Francisco Sánchez, hospitalizado desde el pasado viernes, al igual que Pilar Iglesias, a causa de las torturas que sufrieron por tres desconocidos que asaltaron su masia en Lliça de Vall, una población de unos 1.700 habitantes situada 20 kilómetros al norte de Barcelona. Pilar aseguró haber oído a los asaltantes que a ella la querían matar.
Francisco Sánchez y Pilar Iglesias se encuentran fuera de peligro, con una buena evolución de sus heridas y quemaduras, que les permitirá salir del hospital dentro de 15 o 20 días, según el director técnico del hospital, doctor Joan Vilaseca. El pastor que convivía con ellos en la masía asaltada, Enrique Aleu, permanece, por su parte, en una pensión de Lliçá, donde se instaló a los dos días del suceso. Enrique Aleu, sobre cuyo paradero se estuvo especulando durante unas horas el pasado domingo ya que no avisó a la Guardia Civil de que abandonaba la masía por temor a nuevos asaltos, se personó el mismo domingo por la noche en el cuartelillo de la población para explicar que se encontraba alojado en la pensión.Con dificultades para articular las palabras, Francisco y Pilar explicaron ayer por espacio de tres minutos algunos aspectos del suceso. Pilar Iglesias, que presentaba moraduras en todo el cuerpo y tres puntos de sutura en la boca, junto a la comisura de los labios, explicó que se encontraba peor que su compañero "porque tengo una costilla rota, aquí, en la parte izquierda".
Con aparente tranquilidad, la mujer explicó que había oído a uno de los asaltantes decir: "'A la mujer la mataremos, ¿eh?', y ya iban a poner unos colchones de espuma para quemarnos".
Conocían la casa
A la pregunta de por qué se marcharon los asaltantes, Pilar explicó que "ladró un perro, porque encontró en la calle a unas perras, y ellos se asustaron". Las víctimas confirmaron también que los asaltantes hablaban en castellano, aunque pronunciaban palabras en un idioma desconocido. "Pero era para despistar", afirmó Pilar Iglesias."Conocían la casa bien", dijo Francisco, al tiempo que Pilar explicaba que entraron "por el corral donde hay una viga, picaron por detrás y sacaron la viga. Igual ya habían venido otras veces que no estábamos nosotros". Respecto a otros robos que ya habían sufrido en los últimos años, explicaron que "otras veces han venido con intención de comprar un pollo y nos han robado". Ambos,coincidieron en que, cuando abandonen la clínica, volverán a "trabajar como negros" en la masía.
La Guardia Civil continúa sus investigaciones en el más absoluto mutismo, aunque fuentes de este cuerpo reconocieron a este diario que algo se ha avanzado en las averiguaciones. El móvil aparente del robo no descarta que los asaltantes actuaran tan brutalmente por otros motivos.
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