El hijo del policía muerto en Guecho cree que su padre está herido
La viuda del inspector Moisés Cosme Herrero, asesinado el domingo en Guecho (Algorta, Vizcaya), regresará a Madrid, tras dos años y medio en el País Vasco, inmediatamente después de que su esposo sea enterrado en Juarros del Río Mora (Segovia). Mientras se celebraba el funeral en la parroquia de San Ignacio de Loyola, en Algorta, su hijo de tres años, principal testigo del asesinato, jugaba con sus amigos pensando que su padre sólo está herido y se restablecerá pronto.
El funeral congregó, a las siete y media de la tarde, a un nutrido numero de vecinos de la localidad de Algorta junto a los compañeros del inspector de policía. Entre las autoridades presentes figuraban el ministro del Interior, José Barrionuevo; el consejero de Interior del Gobierno vasco, Luis María Retolaza; el delegado del Gobierno, Ramón Jáuregui; el director general de la Policía, Rafael del Río, y los representantes socialistas Ricardo García Damborenea y Juan Manuel Eguiagaray, así como diversos mandos de la Policía Nacional, Guardia Civil y Policía autónoma.La mujer del inspector asesinado, María José Alvarez García, natural de Madrid, de 34 años de edad, no se había repuesto todavía del shock traumático que recibió cuando uno de sus dos hijos, de tres años de edad, le comunicó, con un mensaje confuso que revelaba el desconcierto del niño, el asesinato de su esposo.
Además de esforzarse por apartar a su familia de cualquier contacto, directo o indirecto, con la Prensa, María José Álvarez, pidió al párroco que oficiaba el acto religioso que solicitara a los fotógrafos que se abstuvieran de realizar fotos con flash dentro de la iglesia.
Según reconocieron a este periódico compañeros de la víctima, el niño, Moisés Herrero Álvarez, mantenía una relación muy intensa con su padre. El pequeño, al ver a su padre caer abatido al suelo por dos disparos que le alcanzaron en la cabeza, salió corriendo y tras deambular perdido por el barrio durante una media hora llegó, quizá por instinto, hasta su casa. Cuando María José abrió la puerta, su hijo le balbuceó: "Han matado a papá, le han puesto una bomba y le están curando, y a mí me han hecho un arañazo".
El pequeño Moisés Herrero Álvarez permaneció jugando, con sus amigos del barrio durante la mayor parte de la jornada de ayer. Ausente de las trágicas consecuencias decía a sus amigos: "Mi papá es muy fuerte y se va a poner bien". Además del pequeño Moisés, el matrimonio tiene otro niño, Rubén, de un año de edad.
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