Primera visita oficial de un Jefe de Estado español a Bucarest
Las páginas de Scinteia, órgano oficial del partido comunista rumano, incluyeron ayer, como es preceptivo en este país, un saludo oficial a los Reyes de España, que hoy tienen prevista su llegada a Rumanía, donde permanecerán algo más de 48 horas en visita oficial, la primera que realiza a este país socialista un jefe de Estado español. La Prensa y la televisión rumanas anunciaron a principios de la pasada semana la visita de la pareja real española, sin que desde entonces se hayan producido más referencias informativas sobre esta cuestión. Los medios de comunicación de este país no han dedicado tampoco especial atención a la breve escala que hizo el sábado en Bucarest el presidente egipcio, Mubarak, ni a la visita oficial del presidente de la República del Congo, coronel Denis Sassou, cuya llegada, el viernes, paralizó durante varias horas el tráfico de la capital rumana.Todas las energías informativas, especialmente de la televisión, se han centrado estos días en el congreso de la Unión de las Juventudes Comunistas de Rumanía, que incluye a los estudiantes y a los llamados pioneros, al que ha asistido el Ministro rumano de la Juventud, Nico Ceaucescu, hijo del presidente Nicolae Ceaucescu. No obstante, la televisión rumana tenía previsto emitir ayer un mensaje del rey Juan Carlos y un reportaje sobre España filmado por sus reporteros en nuestro país, en un deseo de aproximar la imagen actual de España al pueblo rumano. También la Embajada española en Bucarest organizó el sábado en el ateneo de esa capital una velada de música renacentista a cargo del grupo Neocantes, a la que asistieron numerosas personalidades de la Administración rumana.
Esa cierta austeridad informativa no significa, sin embargo, que el partido comunista rumano no conceda extraordinaria importancia a la visita de los Reyes, que devuelven así la realizada por el presidente Ceaucescu a España en mayo de 1979, y que serán recibidos hoy en el aeropuerto de Otopeni, con todos los honores, por el presidente rumano y su esposa.
Pese a que las relaciones entre España y Rumanía no se establecieron hasta la muerte del general Franco, lo cierto es que siempre existió un entendimiento mutuo entre ambos países e incluso el intercambio comercial llegó a ser casi el doble que el actual en la etapa franquista.
Hoy, el comercio global entre ambos países no supera los 55 millones de dólares (cerca de 10.000 millones de pesetas), de los que 36 millones de dólares constituyen el valor de las exportaciones rumanas a España, y 19 millones lo que nuestro país exporta a Rumanía. Ambos Gobiernos están interesados en que el comercio se incremente en los dos sentidos; por parte rumana, las importaciones se centran en productos químicos, acero laminado y corcho, mientras que exporta fundamentalmente productos agrícolas y derivados del petróleo.
La situación económica rumana ha sufrido un grave deterioro en los últimos años debido al incremento de las importaciones de petróleo de los países árabes. Los yacimientos de petróleo de la región de Prahova, sobre cuya supuesta riqueza se edificó en este país una considerable industria petroquímica, hace tiempo que dejaron de ser suficientes para abastecer las necesidades de consumo del mercado-interior, y hoy Rumanía importa casi la mitad del petróleo que consume. El Gobierno rumano no se ha dado por vencido, no obstante, en su lucha contra la naturaleza, y continúa por todo el país las exploraciones petrolíferas.
Pese a la elevada deuda exterior que ha contraído Rumanía con los países occidentales, que fue objeto de una renegociación en 1982, Constantin Pirvupoiu, director general para Europa occidental del Ministerio de Comercio Exterior, considera perfectamente viables las previsiones del Gobierno rumano, según las cuales esta deuda, cuya cifra jamás se cita, quedará completamente saldada a comienzos de 1987.
Al contrario que otros países socialistas, Rumanía no conoce el fenómeno del desempleo -"aunque hay gente que no quiere trabajar", puntualizan los funcionarios rumanos-, sino más bien al contrario. La falta de mano de obra industrial ha llevado a este país del Este, que mantiene relaciones diplomáticas con todas las naciones del mundo, salvo la República de Suráfrica y el Vaticano, a adoptar una actitud más propia de este último Estado en el tema de la planificación familiar.
El aborto penado
No están a la venta métodos anticonceptívos ni se facilita a los jóvenes en las escuelas la menor información al respecto. La legislación rumana castiga desde 1967 con penas graves la práctica del aborto. Esta ley se aplica con especial rigor desde hace un año sin que se haya conseguido, no obstante, el sueño de Ceaucescu de implantar la familia de cuatro hijos.Más de 22 millones de habitantes sobre una superficie de 237.500 kilómetros cuadrados hacen de Rumania, en cualquier caso, un país con una densidad de población totalmente europea y común a la de la mayoría de los países socialistas, excepto Albania. Sólo Bucarest, con 2.230.000 habitantes, de los que casi el 75% vive en edificios construidos en la etapa de máximo esplendor del sistema socialista, se aproxima especialmente en algunas zonas periféricas a los sueños de sobrepoblación del Gobierno rumano.
Con todo, el centro de Bucarest no ha sido ajeno a la moderna expansión arquitectónica auspiciada por el Gobierno socialista, que se ha fijado el objetivo para el año 2000 de que cada familia rumana disponga de un apartamento individual que ofrezca al menos a cada persona un espacio de 14 metros cuadrados. Los edificios del siglo pasado y del período de entreguerras, se mantienen con dignidad.en medio de esta invasión de bloques sociales que han acabado por dar a Bucarest un aspecto humilde, sólo mitigado por la hermosa presencia de los numerosos parques.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.