Una comida digna de un pontífice
A. O., Karol Wojtyla entró ayer en esa tercera edad en que las personas se jubilan, pero en la que empieza la verdadera vida de los papas. Celebró su 65º aniversario en olor de multitudes, con una opípara comida que le ofreció el cardenal primado de Bélgica, monseñor Daneels, en el palacio de Malinas.
De entrada, un paté de trucha salvaje asalmonada; después, anguila, con un acompañamiento de espárragos y tomates rellenos de quisquillas y con un borgoña blanco Pouilly Fuissé de 1979; como plato fuerte, escalopes de ternera con dos salsas guarnecidos con pequeños hojaldres de foie-gras, endibias, champiñones y espinacas, y como postre, los pasteleros del lugar habían ofrecido una inmensa tarta de crema, mantequilla y moka recubierta de vainilla.
Los ingredientes básicos del almuerzo fueron donados por empresas y personas privadas, y cocinados y servidos por 13 profesores y 33 alumnos de la Escuela de Hostelería de Amberes.
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