Ratzinger 'versus' liberación: un giro inesperado
Cuando el franciscano brasileño Leonardo Boff manifestó su acatamiento al veredicto del Vaticano sobre su más reciente obra teológica, lo hizo pensando que el asunto había quedado cerrado con una advertencia. Él mismo destacó que no se le habían aplicado sanciones ni prohibiciones, y hubo un deje de ironía en su promesa de prestar atención -en sus escritos futuros- a las observaciones hechas por la Congregación para la Doctrina de la Fe.Fue un paso en falso. Obtenida la declaración pública de acatamiento por parte de Boff, el prefecto de la Congregación, cardenal José Ratzinger, lanzó hace unos días su segunda andanada. Formal y públicamente se le prohibió a Boff enseñar teología o escribir sobre ella para publicación por el término de un año. Ratzinger había logrado su propósito: Boff había sido silenciado.
O por lo menos así parecía a simple vista. Es probable, sin embargo, que -como Boff hace poco- Ratzinger se haya apresurado sin tener a mano todos los elementos de juicio, o sin advertir que él mismo le había dado luz verde a un proceso que le resultará casi imposible frenar o silenciar. El proceso en cuestión gira en tomo a un proyecto que ha venido manteniéndose en la más absoluta reserva.
Su punto de partida es la ya célebre Instrucción sobre ciertos aspectos de la Teología de la Liberación, en que la congregación de Ratzinger resumió toda una serie de advertencias sobre los peligros de esta corriente de pensamiento eclesial Ratzinger había querido emitir una condena, pero la multitud de reacciones y presiones que suscitó su iniciativa lo inclinó hacia un ataque más diluido y oblicuo. Además, con el propósito de ganar tiempo, Ratzinger incluyó en ese documento la promesa de que después vendría un segundo trabajo, dedicado a destacar los aspectos positivos de la teología de la liberación.
Versión de Boff
Las pistas sobre los acontecimientos posteriores están muy dispersas. El primer indicio aparece en una versión personal de Boff, de distribución bastante restringida, sobre su conversación en Roma con Ratzinger, el 7 de septiembre del año pasado. En su Relato-testemunho de minha conversaçao com o Sr. Card. Joseph Ratzinger, Prefeito de S. Congregaçao para a Doutrina de Fe", Boff cuenta lo que ocurrió, a dos horas de iniciado el diálogo, con la llegada de sus dos padrinos, los cardenales brasileños Aloisio Lorscheider y Paulo Evaristo Arns:
"Lo más importante fue la intervención del cardenal Arns. Sugirió a la Sagrada Congregación que para la elaboración del nuevo documento sobre las riquezas de la teología de la liberación, en primer lugar se invitase a los ingenieros de esta teología, vale decir, a los teólogos que desde hace años vienen construyendo esta vertiente de teología a partir de la práctica de la liberación; en segundo lugar, que fuesen consultados los episcopados que tienen una pastoral popular, junto a los oprimidos, en una línea de liberación, pues así se realzaría la dimensión eclesial y pastoral de esta corriente teológica; por fin, debería elaborarse el documento en el Tercer Mundo, en África o en América Latina, en contacto con la realidad", y agrega Boff, "el cardenal Ratzinger, tímidamente, concordaba con estos puntos".
'Summa teológica'
Los demás indicios tardaron en manifestarse como partes de un todo. Contactos intensificados entre conocidos teólogos de la liberación, principalmente en Brasil, pero también en sitios tan distantes entre sí como Argentina, Perú, El Salvador y Nicaragua. El cuadro dista de estar completo, pero lo que sugiere hasta ahora es un esfuerzo monumental, coordinado a lo largo y ancho de Latinoamérica. Lo que se han propuesto no es ni más ni menos que una especie de Summa Teológica de Liberación.
Entre los participantes se menciona por lo menos a dos mitrados brasileños: el obispo Pedro Casaldáliga y el recientemente retirado arzobispo Hélder Cámara. Está el padre de la escuela liberacionista, el peruano Gustavo Gutiérrez; el propio Leonardo Boff, y el jesuita vasco radicado en El Salvador Jon Sobrino. Están, también, Juan Luis Segundo, Enrique Dussel, Sergio Torres, Ernesto Cardenal, Héctor Míguez Bonino, Hugo Assmaan, Juan Carlos Scannone y Pedro Trigo. Y muchos más. A diferencia de la escueta Instrucción emitida por la congregación de Ratzinger, esta obra será masiva. Sería más correcto describirla como una biblioteca ya que constará, al menos, de una cincuentena de volúmenes.
Su estructura es previsible. Comenzará, a tono con lo que predican sus ingenieros, planteando el tema a partir de la práctica: analizando cómo se tiene una experiencia de Dios en medio de la lucha por la justicia. Pasará después a otro tema favorito de la escuela liberacionista: cómo se manifiesta Dios en la historia, desde la tradición bíblica hasta nuestros días.
Luego el esquema se aparta de este desarrollo lineal para examinar el tema de la liberación y cómo se presenta histórica y socialmente, fuera y dentro de la Iglesia. De allí pasa a empalmarse nuevamente con el desarrollo inicial, examinando el papel que le toca a la Iglesia, a sus estructuras y a sus ministros. Finalmente, pasa a reseñar los desafíos que se presentan, desde la perspectiva de la liberación, en las formas organizativas de la sociedad, en el ámbito cultural y en la religión del pueblo.
La prohibición que ahora pesa sobre Boff posiblemente limite sus propios aportes en cuanto autor, no así como consultor y coordinador. Pero a menos que Ratzinger se atreva a dictar más de 100 prohibiciones adicionales (y para ello tendría que identificar al centenar de participantes no incluidos entre las figuras obvias que se mencionan más arriba), pronto deberá vérselas, no con las muchas teologías de la liberación mencionadas en su Instrucción, sino con una imponente expresión de una corriente teológica ya públicamente cohesionada.
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