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Juan Pablo II alaba a la CEE en Luxemburgo y pide ayuda para los más desfavorecidos

Andrés Ortega

El papa Juan Pablo II alabó ayer en Luxemburgo a la Comunidad Económica Europea (CEE), en la primera visita oficial de un Pontífice romano a una sede de dicho organismo, y pidió que este rico grupo de países haga algo más por los subdesarrollados.

Juan Pablo II fue acogido en el Centro Kirchberg, la sede de la CEE en Luxemburgo, por unas 2.000 personas, al frente de las cuales se encontraba el presidente del Tribunal de Justicia de la CEE, Alexander John Mackenzie Stuart. Allí, el Papa alabó a la CEE, que ha logrado potenciar la solidaridad en Europa, pero también criticó, veladamente, la Europa de los mercaderes y de los excedentes agrícolas. Habló del paro juvenil y denunció la carrera de armamentos.Juan Pablo II llegó ayer al Gran Ducado de Luxemburgo, donde fue recibido con honores de jefe de Estado. El Papa ha encontrado en ese país un remanso de paz y popularidad tras su visita a Holanda. Al despedirse de los holandeses por la mañana, en el aeropuerto de Schiphol, Juan Pablo II señaló que "la opinión pública ha hablado suficientemente de las dificultades que hay entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de los Países Bajos", y dijo que esperaba que su visita "reforzara los esfuerzos recíprocos de comprensión".

La acogida en Luxemburgo fue calurosa: unas 1.000 personas en el aeropuerto-, 50.000 en la misa vespertina. Un 95% de los 350.000 habitantes del ducado son católicos. No obstante, un matrimonio de cada tres se divorcia y en los últimos 25 años sólo ha habido una media de tres ordenaciones de sacerdotes por año.

Luxemburgo, que no dispone más que de un millar de policías, ha tenido que solicitar helicópteros de la gendarmería francesa para esta visita papal.

Por la tarde, fuera de las horas de trabajo, Juan Pablo II celebró una misa para los inmigrantes -que representan más de la cuarta parte de la población de este pequeño país- y los trabajadores, en la explanada del complejo siderúrgico de Arbed, la empresa más importante de Luxemburgo, con 75.000 empleados, pero cuya plantilla se ha reducido en un 50% con la reestructuración.

"El progreso tecnológico y la disminución de la fatiga reducen el número de puestos de trabajo", dijo el Papa, añadiendo que "todos conocemos la amplitud de los efectos perversos de un progreso que no sabemos dominar y que desviamos de su acción positiva".

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