Picar no es matar
J. V., Para un picador que pica una vez en el morrillo, hay 50 que lo hacen trasero, donde el puyazo no pica sino que mata. Es un vicio gravísimo para la lidia, el peor de todos, y de tal forma ha tomado carta de naturaleza que, en algunas plazas, cuando el picador cumple con su deber y pica en el morrillo, la gente se solivianta y hay quien le llama asesino, por eso. Es decir, que, como en tantos otros aspectos de la lidia, la suerte de varas se empieza a enjuiciar al revés.
Es asombrosa la erudición del público de Madrid respecto al primer tercio, cuya geometría conoce al detalle, y desde el tendido grita a los lidiadores consejos y hasta órdenes: "A picar en el 8, aléjense de toriles, no pase de la raya...". Sobre todo lo de la raya: la gente se enfurece cuando la atraviesa el picador. Pero no es menos asombroso que siendo el público de Madrid tan estricto en toda la técnica del primer tercio, apenas nadie proteste de la más perniciosa corruptela de la suerte, que son los puyazos traseros, como tampoco apenas nadie protesta cuando el picador hace la carioca o tapa la salida de la res, que es otra forma de matar desde lo alto del acorazado percherón.
Luego está, naturalmente, el viejo tema del burladero del 7, donde por pura rutina, si no es porque los lidiadores no saben qué hacer con el capote, se llevan al toro para que se pegue porrazos contra los maderos, mientras el picador sale del patio de cuadrillas, coge la vara, avanza al cansino paso del percherón hasta el lejano terreno donde ha de efectuar la suerte. Mal, por supuesto.
En fin, muchas cosas que se han de ver y se habrían de corregir en la feria. Quedan, para ello 23 tardes de lidia ordinaria (y tan ordinaria), 138 toros; 414 puyazos, si es que el primer tercio se ha de efectuar en regla, según manda el reglamento aún vigente. El reformado dicen que solucionará todos estos problemas; por eso no lo aprueban.
Babelia
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