_
_
_
_
_
Crítica:'POP'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El éxito que huele

Pocos, entre los cerca de 8.000 asistentes al Palacio de los Deportes, apoyaron o comprendieron las actuaciones, de 40 minutos cada una, que precedieron a la de Alaska, la figura de la noche. Los Nikis fueron los primeros. Es un cuarteto -cantante-guitarra-bajo-batería- que aparece de repente, con canciones fuertes y bailables y con el clamor de sus seguidores, y después desaparece en largo silencio y sin el reclamo impaciente de los admiradores. Y en esta primera quincena de mayo ha actuado dos veces.El recinto deportivo empezaba a llenarse y Los Nikis, espontáneos y despreocupados, cargaban sus instrumentos con rabia pero sin agresividad. Su rock machacón y desenfadado alegró y movió a las decenas de espectadores cercanos al escenario. Ernesto y una versión improvisada con gracioso descaro de Te voy a asesinar fueron los últimos temas de tan breve repertorio.

Conciertos de San Isdro

Actuaciones de Los Nikis, Los Coyotes y Alaska y Dinarama. Palacio de los Deportes. Madrid, 14 de mayo.

Desplante peculiar

Alaska había calificado a los tres grupos de la velada como "los más divertidos de nuestro pop", y Víctor Aparicio, cantante de Los Coyotes, había declarado que sus temas eran idóneos para estas fiestas. La mayor parte de cuantos acudieron al pabellón municipal de deportes pitó y abucheó ("fuera, fuera") al cuarteto madrileño, que ofreció una instrumentación mejorada y sin perder su desplante peculiar. El cantante de Canillejas no se cortó:, "Haced el favor de callaros, que voy a presentar una canción". Los Coyotes alegraron un poco con Fiesta salvaje y 300 kilos, pero apenados se marcharon. Y es que no era una fiesta salvaje ni mucho menos; era una fiesta convencional: la fiesta de Olvido-Alaska, la. estrella televisiva del momento, como lo fueron Valentina, el detective Colombo o Pepe Navarro.

El grupo Dinarama, asistido por percusión y saxo, salió con Pedro Almodávar, que cantó todo ufano, y tras describirse "enviado de una diosa caníbal", presentó a la protagonista del espectáculo. Detrás de Alaska, enaltecida, adorada, Nacho Canut cumplía impasible su cometido y Carlos G. Berlanga se mostraba tímido y escondido como si acudiese obligado al examen de final de curso.

Sonido pésimo

El sonido y la instrumentación fueron pésimos, aspectos que en Siniestro Total son clara intención y en Dinarama quedan como mera impotencia. Nada de esto importó a los presentes, todos entregados a la imagen original de Alaska,-mujer sincera y comunicadora que apenas sabe cantar. Es la forma sin fondo, la expresión sin cuidado de un arte pasajero siempre caduco que vende por temporadas. Alaska ya huele. Podría sustituir a Carmen Maura, Mercedes Milá o Rosa María Sardá para entrevistar a personajes públicos en las noches de los jueves o cantar baladas con piano y orquesta u organizar el circo de Alaska junto a Torrebruno para las tardes infantiles del Retiro, como ya hizo Teresa Rabal.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_