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Tecnología de futuro

La tarta electrónica española

Las multinacionales han puesto su interés en un mercado en desarrollo que tiene su motor en Telefónica

PEDRO CASES El sector de la electrónica y de la informática nacional está viviendo su propio plan Marshall. En una acción combinada entre el Ministerio de Industria y la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) fundamentalmente, con la aportación de las multinacionales, se ha conseguido cambiar radicalmente el panorama de este sector. Con los señuelos de AT&T y Fujitsu, no hay multinacional del sector que se precie que no esté dispuesta a instalar sus reales en España. Hasta el momento, las inversiones comprometidas se elevan a unos 75.000 millones de pesetas.

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La multinacional norteamericana AT&T está a punto de llegar a España. La firma del acuerdo con la Compañía Telefónica Nacional de España para montar en Madrid una nueva fábrica para producir circuitos integrados (el famoso chip) -lo que supone una inversión de unos 200 millones de dólares (35.000 millones de pesetas) y la creación de unos 700 puestos de trabajo- debería haberse realizado en la primera quincena del presente mes de mayo. Sin embargo, siguiendo el refranero español, "las cosas de palacio van despacio". El Gobier no estadounidense se está retrasando más de lo previsto en dar la autorización.No obstante, tanto en Telefónica como en el mismo Ministerio de Industria hay tranquilidad. La multinacional ha dicho que vendría a España, y vendrá. De hecho, el acuerdo con la CTNE está pactado desde hace tiempo. Además, las explicaciones dadas por el Gobierno español a representantes de la Administración estadounidense sobre los próximos controles a establecer respecto a las reexportaciones tecnológicas -el polémico COCOM- han allanado el terreno. Sólo falta que se materialice el gesto y que la firma de este maná tecnológico para nuestro país se produzca en breve.

Precisamente, la actuación de Telefónica ha sido decisiva en el desarrollo del sector de. electrónica -básicamente dentro del subsector de comunicaciones-, objetivo y meta del Plan Electrónico e Informático Nacional (PEIN). La compañía que preside Luis Solana ha desempeñado una función de araña, tejiendo una tupida tela que se sustenta en acuerdos con diferentes multinacionales.

Por los despachos de la Gran Vía madrileña, sede de Telefónica, han desfilado los altos ejecutivos de la ITT norteamericana, con la que Telefónica mantiene relaciones desde hace años a través de Standard Eléctrica; los japoneses de Fujitsu, en su operación con Secoinsa; los italianos de Telettra; los suecos de Ericsson, o los holandeses de Philips. En un plazo que en ningún caso supera los dos años, la CTNE ha firinado acuerdos con todos ellos, que suponen básicamente una renegociación de las compras de material que Telefónica hace anualmente -con su filial Standard, por ejemplo, se ha comprometido a adquirir 96.000 millones de pesetas en los próximos dos años-, así como a dinamizar la actividad de sus filiales, intentando comprometer a los partners extranjeros en el desarrollo tecnológico y en la exportación.

Ampliar el plan cuatrienal

El arma que viene utilizando la CTNE en esta actividad es su Plan Cuatrienal de Inversiones, que contempla unos desembolsos superiores a los 900.000 millones de pesetas entre 1985 y 1988. No obstante, los directivos de Telefó

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nica están estudiando en estos momentos deslizar su plan de inversiones hasta el año 1990. Los trabajos se encuentran aún en su fase preliminar, pero sin duda supondrán un notable incremento de la cifra de inversión que actualmente se contempla. Según se afirmó en el momento de hacer público el plan de inversiones iniciales, este plan generaría unos ingresos de 2,1 billones de pesetas, unos beneficios de aproximadamente 180.000 millones de pesetas y el mantenimiento de 100.000 puestos de trabajo, lo que implica crear unos 10.000 nuevos puestos.No obstante, la CTNE está pendiente en estos momentos de su frente japonés, ya que, en el plazo de un mes, Telefónica y Fujitsu formalizarán la creación de una nueva empresa de informática en Málaga. Con esto se cumplimentará la segunda parte del acuerdo, tras la compra por parte de Telefónica de Secoinsa. La inversión prevista alcanzará los 10.000 millones de pesetas, de los que 6.000 serán aportados por los japoneses.

De todas formas, la participación de Telefónica en el reparto de la tarta electrónica e informática de este país es sólo parcial. La Dirección General de Electrónica e Informática del Ministerio de Industria, a cuyo frente se encuentra uno de los padres del PEIN, Juan Majó, ha tirado del carro en las otras áreas, como son informática, electrónica de consumo y electrónica profesional, no ligada a comunicaciones.

Hasta el momento hay comprometidas inversiones por un importe cercano a los 75.000 millones de pesetas, de los que aproximadamente unos 15.000 millones corresponden a proyectos industriales de empresas españolas, para los que se han facilitado o se están facilitando apoyos financieros. Estas inversiones permitirán unas exportaciones globales de unos 260.000 millones de pesetas, lo que equivale a tener cubierto prácticamente -faltarían unos 40.000 millones de pesetas, ya que los cálculos se basaban en pesetas de 1982- el objetivo del PEIN en este terreno.

Para conseguir estas cifras, el Ministerio de Industria facilitó apoyos financieros -básicamente subvenciones- en 1984 por un importe de unos 5.200 millones de pesetas. Para este año, las previsiones arrojan una cifra que oscila entre los 8.000 y los 9.000 millones de pesetas. No obstante, conviene recordar que sólo la operación AT&T contempla unas ayudas que se elevan a 60 millones de dólares -unos 10.800 millones de pesetas-, a materializar cuando se firme definitivamente el acuerdo. Estas ayudas merecieron en su día el siguiente comentarlo del director general de Electrónica e Informática, Juan Majó: "Es un precio ridículo si lo comparamos con lo que cuesta generar tecnología".

Los japoneses

Pese a las apariencias, la tarta electrónica nacional no tiene sólo velitas norteamericanas. Los japoneses también han conseguido un trozo importante. Además de Fujitsu, a través de su acuerdo con Telefónica, Sony y Sanyo, esta última, en su colaboración con el grupo español Aznarez, consiguió dos de las tres adjudicaciones concedidas por Industria para fabricar vídeos en España. No obstante, es posible que la nómina de multinacionales japonesas en este sector se vea incrementada, pues todavía está pendiente una cuarta adjudicación para la fabricación de vídeos -la multinacional alemana Grundig consiguió la tercera adjudicación y ya está fabricando en nuestro país-, a la que aspiran las japonesas Hitachi y Sharp y la francesa Thomson.

No obstante, dentro de la electrónica de consumo se han detectado problemas de demanda, tanto interna como externa, que pueden poner en solfa los compromisos exportadores previstos en el PEIN. En la llamada línea marrón (televisores), sobre unas previsiones de ventas en 1984 de un millón de unidades, se vendieron 900.000, y para este año las ventas no superarán las 800.000 unidades. Ante esta atonía del mercado, parece difícil cumplir el objetivo de exportar 25.000 millones en 1987. En el pasado año, éstas llegaron a 5.000 millones. El otro punto negro del PEIN se refiere a electromedicina, donde las previsiones no llegan a cuadrar.

En informática es donde más claras están las cosas. En poco más de un año España ha pasado de ser un almacén de productos de las multinacionales, con alguna excepción, a convertirse en una auténtica fábrica.

La multinacional IBM ha incrementado su presencia en nuestro país, invirtiendo en una nueva fábrica 13.000 millones de pesetas; Nixdorf producirá en Toledo, y también fabricarán en España Hewlett Packard, Digital, Bull, Siemens, Xerox, Olivetti y Fujitsu.

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