A las siete en punto de la tarde
Lo mejor del toreo actuará en la plaza de Las Ventas de Madrid, durante los 26 festejos programados
La Comunidad de Madrid, propietaria de Las Ventas, está compungida: ha observado que en los carteles de la feria faltan Dámaso González, Jaime Malaver, Lucio Sandín, diestros mexicanos, determinadas ganaderías. Cuando Manuel Chopera, empresario de Las Ventas, presentó los carteles, el Consejo Taurino de la Comunidad emitió un comunicado que contenía estos lamentos.El año próximo la Comunidad no tendrá queja, pues administrará la plaza, en régimen de autogestión, y podrá hacer lo que crea conveniente. Ahora bien, no podrá eludir las obligaciones que ha impuesto a las empresas arrendatarias que la han precedido en la gestión durante más de 50 años; entre otras, dar toros todos los días festivos desde marzo a octubre; llevar a cabo una política de precios que no haga el espectáculo excesivamente gravoso al aficionado, y de promoción de novilleros.
La autogestión está en puertas y los aficionadops la desean, porque ven en ella la fórmula adecuada para que la temporada de toros se desarrolle sobre criterios de selección justos, al margen de los intereses que generan lo exclusivistas.
De cualquier forma, la piedra de toque de la autogestión va a ser la misma que la del arrendamiento: el toro de lidia. En la seriedad del toro empieza a definirse la seriedad del espectáculo, que es lo único que puede garantizar el organizador. De nuevo la feria de San Isidro que empieza hoy va a tener en la selección del toro de lidia sus máximas exigencias. El toro ha de lucir trapío y saltar a la arena irreprochablemente sano. Es de esperar que los toros no se caigan con tanta frecuencia como en la feria del año pasado, porque las caídas no son habituales en lo que va de temporada.
Pero en la integridad del toro durante su lidia tiene también mucho que ver la forma de picar, que es en la actualidad la más sanguinaria de toda la historia del toreo. Los picadores han convertido en norma los puyazos traseros que, sencillamente, matan. Las reglas de hacer la suerte por derecho, recibiendo la embestida medio de frente, clavando la puya en lo alto del morrillo con intención de detener, los malos picadores de hoy las han convertido en antiguallas y ninguno las hace ni caso. De donde el primer tercio, que debe ser el fundamental de la lidia para ahormar a la res y medir su bravura, ha quedado convertido en un trámite siniestro en el que se destroza al toro con la complicidad de los lidiadores y la autoridad. Y con la permisividad de gran parte del público, que ya no sabe si este es un mal innato al espectáculo y por tanto irremediable, o una tropelía que es preciso erradicar.
Los toros que se caen durante la lidia, y los puyazos traseros son fraudes que el público no tiene por qué tolerar. Si el toro no es sanitariamente apto para la lidia, debe ser sustituido. Y el picador, multado o inhabilitado si tiene confundido su oficio con el de matarife.
Por lo demás, la feria se presenta muy completa en cuanto a protagonistas y combinaciones de toros y toreros. Según fuentes empresariales, se han vendido más abonos que nunca y seguramente abundarán los llenos de "no hay billetes". A los aficionados les parece mucho rejoneo dos corridas dedicadas a esta especialidad, pero también tiene sus partidarios y la empresa les da gusto.
Babelia
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