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LA FERIA DE SEVILLA

Pepe Luis entra en el toreo con todos los honores

JOAQUIN VIDAL ENVIADO ESPECIAL Se decía de Pepe Luis Vázquez, cuando no querían darle sitio en el toreo, por su abulia aparente o su posible timidez: cuidado con este torero, que, cuando le salga su toro armará un alboroto. Lo que era inimaginable es que lo armara con un toro difícil y peligroso, con un toro bronco, de voltereta, y con tanta emotividad y fuerza, que le ha valido para entrar en el toreo con todos los honores.

El sexto, un torazo cobardón al que costó picar, que perseguía con peligro a los banderilleros y que se arrepuchó en tablas berreando, era de los que reclaman la faena de aliño. Esplá y su banderillero, Parrita, seguían desde el callejón los movimientos del toro para saltar inmediatamente al quite.

Plaza de la Maestranza de Sevilla

27 de abril (mañana). Novena corrida.Cuatro toros de Jandilla, discretos de presencia, mansos y de feo estilo. Quinto y sexto, de Gabriel Hernández, grandes, fuertes, mansos y broncos. Curro Romero: pinchazo y tres descabellos (pitos); pinchazo y estocada corta caída (algunos pitos). Luis Francisco Esplá: pinchazo hondo y descabello (ovación y salida al tercio); estocada (gran ovación y salida al tercio) Pepe Luis Vázquez: dos pinchazos (silencio); dos pinchazos y estocada (petición y clamorosa vuelta al ruedo).

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Los venidos a menos

El ambiente era sórdido, de lidia dura y bronca, cuando Pepe Luis sacó al toro al mismísimo platillo y se echó la muleta a la izquierda. En la Maestranza se hizo un silencio tenso y profundo durante el cite, que pareció interminable pues el manso se resistía a tomar el engaño. Lo tomó al fín, y entonces se produjo la sorpresa del toreo puro, del mejor toreo que se haya visto en la feria. Tres naturales inmensos, ligados con el de pecho. Tres naturales instrumenta dos desde la naturalidad, cargada la suerte, templando el viaje, muy baja la mano.

Pero los tres siguientes aún fue ron más hondos, más lentos, más llenos de todos los duendes que elevan el toreo a la categoría de arte. El público saltaba de sus asientos, se echaba las manos a la cabeza. ¿Es posible torear mejor? Al ligar el de pecho, donde el toro pasó tirando una fiera tarascada sobre la pechera del diestro, en la plaza era la locura.

Triunfo y error

No era posible torear mejor, pero tampoco torear más, porque sólo quedaba la alternativa de la cornada. Pepe Luis, sin embargo, quiso aferrar el triunfo, y el error le pudo costar caro. En los redondos, el toro se le vino encima. Perdió pie y, dada la lejanía donde realizaba la faena, el centro del ruedo, las cuadrillas no tuvieron tiempo de llegar al quite. El manso bronco metió con saña el pitón, volteó varias veces al torero como para matarlo. Roto y comnocionado se incorporó Pepe Luis, y lo hizo para crecerse en sus arrestos con otros dos redondos de angustia, un pase de pecho, un desplante. Entró a matar conmocionado, con la Maestranza entera empujándole el volapié. Hasta el tercer encuentro no metió el acero, y la agonía del toro no decreció su peligro, pues derrotaba a cuanto se moviera. El propio Pepe Luis estuvo a punto de sufrir aquí otra cogida.

Hubo petición de oreja, dio una vuelta al ruedo clamorosa. El público no se cansaba de aplaudir, y había quien tenía un nudo en la garganta. El toreo al natural en su versión más pura; nada menos que eso ligó, interpretó, recreó Pepe Luis ayer en la Maestranza, en la faena más emotiva de la feria.

Toda la corrida salió mansa y deslucida, lo que aprestó a Curro Romero para sus conocidos macheteos por la cara, y en eso consistió su actuación. En cambio, le sirvió a Esplá para lucir su torería, su técnica de buen lidiador en todos los tercios. Este público, tan excluyente para los toreros que no sean lo que llaman de pellizco, dedicó ovaciones continuas a Esplá, lo mismo en el toreo de capa, que en banderillas, que en las faenas de muleta, donde el torero demostró sus acabados conocimientos del toro, sus querencias y los terrenos, las distancias y la variedad de pases que han de emplearse para mejor ejercitar el toreo. Atento siempre a la lidia, Esplá resolvió con sus quites -no menos de media docena- situaciones comprometidas de las cuadrillas.

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