La ceremonia de la confusión
Lo que oímos en estos debates del Ateneo refleja la confusión existente en torno a lo flamenco. Es explicable, si se quiere, esa confusión un público más o menos profano -que, por otra parte, demostró su interés hacia el tema llenando, la sala-, pero me parece menos disculpable que esa confusión alcanzara a algunos de los ponentes o coloquiantes.La presencia de varias de estas personas en la mesa tampoco se entiende muy bien, pues ellos mismos declararon abiertamente no estar preparados para entrar en el tema. El cantaor Luis Agujeta, por ejemplo, quien todo lo que dijo fue que él sólo sabía cantar, y mal; o el aficionado Paco Lira, quien yo pienso tendría mucho que decir y sin embargo no lo hizo; o el sociólogo Ibáñez, quien afirmó sin rodeos que él estaba allí "como un cerdo en una cacharrería" y que incluirlo había sido un rasgo de humor negro, pese a lo cual nos deleitó con frases llenas de ingenio sobre flamencólogos y flamencófilos que hacen de lo flamenco un recinto sagrado. Es deseable, por supuesto, que otras disciplinas se aproximen al tema flamenco, pero también es deseable que quien lo haga públicamente tenga algo que decir.
Cumbre flamenca: 'Flamenco y sociedad'
Tres sesiones de debate, con Francisco Almazán como moderador e intervención de F. Grande, J. Delgado Olmos, P. Lira, Luis Agujetas, J. Monleón, A. García Calvo, G. García Gómez, J. Blas Vega, Gualberto, A. Gambino, A. Ortí, J. Ibáñez, R. Molina, J. Valderrama, P. Machado, A. Benito.Ateneo de Madrid. 17, 18 y 19 de abril.
Faltaron a la cita, en cambio, tres personalidades relevantes como Alberti, Caro Baroja y Vázquez Montalbán. Almazán condujo los debates con autoridad, aunque pienso que a veces se equivocó con observaciones personales a los criterios de los demás -lo que, evidentemente, rebasa la función del moderador-, observaciones que en una ocasión merecieron el calificativo de rapapolvo por parte de otro miembro de la mesa.
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