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El Ejército de Israel evacúa la zona de Nabatiye

Miles de habitantes de Nabatiye se echaron ayer a media mañana a la calle al grito de Ala ajbar (Dios es grande) y bailando al compás de marchas guerreras islámicas para celebrar la retirada del Ejército de Israel (Tsabal) de su ciudad de Líbano meridional tras 34 meses de ocupación.

Poco después de las once de la mañana, el chirrido de los carros de combate y vehículos blindados que integraban la última columna militar israelí dio la señal de la liberación para los 70.000 habitantes de esa aglomeración urbana, situada a 70 kilómetros al sureste de la capital, y de una treintena de pueblos circundantes.Después de Sidón, la capital de Líbano meridional evacuada hace casi dos meses, las fuerzas armadas de Israel (Tsahal) abandonaron ayer una urbe casi exclusivamente shií en la que fueron acogidas hace dos años con ramos de flores, pero donde últimamente apenas se atrevían a patrullar por miedo a los frecuentes atentados.

Alertados desde hace días del próximo repliegue del ocupante por el acelerado desmantelamiento de sus instalaciones, los vecinos de Nabatiye no tuvieron la menor duda de su inminencia cuando divisaron ayer el humo que salía por las ventanas de un edificio utilizado por la seguridad israelí que quemaba sus últimos informes.

Los habitantes de Nabatiye se adueñaron entonces de las calles para dar rienda libre a su euforia, que ni la cercanía de las nuevas posiciones israelíes -en el castillo medieval en ruinas de Beaufórt, a tan sólo nueve kilómetros de la ciudad-, ni las octavillas azules lanzadas por los helicópteros del Tsahal consiguieron mermar. Redactadas en un árabe coloquial y firmadas por el general Uri Or, comandante en jefe del frente norte, aconsejaban a los shiíes que acepten vivir en paz con Israel" cuya frontera del dedo de Galilea pasa a menos de 20 kilómetros de la ciudad evacuada- y que "no cometan actos hostiles al Tsahal".

Por si no bastasen estas amonestaciones, la radio israelí reiteraba en árabe las advertencias formuladas por fuentes castrenses amenazando con "arrasar las zonas donde viven los shiíes si los guerrilleros siguen atacando a Israel tras la retirada de sus tropas del sur de Líbano".

Nabatiye ha sido -junto con Tiro, que será probablemente evacuada a principios de la semana próxima- el principal foco de resistencia a la ocupación por parte de una población shií simpatizante del Partido de Dios (integrista musulmán) y, sobre todo, del movimiento Amal (Esperanza) cuyos milicianos aparecieron ya a caradescubierta en una ciudad a la que el Ejército regular libanés no parece poder tener acceso, como tampoco ha logrado hasta ahora enviar refuerzos a Sidón, donde se desarrollan violentos combates confesionales.

El emblema verde -el color del Islam- de Amal ondeaba, por tanto, a mediodía de ayer, junto con la bandera blanca y roja de Líbano, en los edificios requisados por los israelíes y arrebatados tras su partida por una muchedumbre empeñada en tachar o borrar las inscripciones en hebrero.

A la alegría de sentirse libres se añadía la satisfacción de la puesta en libertad de 32 resistentes prisioneros, soldados del campo de concentración recientemente abierto en el norte de Israel y a donde fueron transportados 1.131 presos de Ansar, una cárcel situada a 13 kilómetros de Nabatiye, que fue clausurada la semana pasada.

La noticia del nuevo repliegue se produce, sin embargo, en el peor momento para el Gobierno libanés de Unión Nacional, en plena descomposición después de la decisión anunciada el miércoles por el primer ministro, Rachid Karame, y secundada por todos los miembros musulmanes del Gabinete, de boicotear los Consejos de Ministros mientras no se apliquen medidas para poner un término a los enfrentamientos de Sidón.

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