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LA MUERTE DE UN INNOVADOR

La definitiva enfermedad de Charcot

Eusebio Sempere falleció, en un plazo que encaja en las estadísticas, de una ineluctable esclerosis lateral amiotrófica, o enfermedad de Charcot, así llamada por el médico francés que la descubrió, según informó a este periódico el neurólogo Alberto Portera, cuyo eqtÚpo realizó el diagnóstico de la enfermedad del pintor. Es una de las pocas enfermedades existentes -explicó el doctor- que admite un diagnóstico definitivo, sin posibilidad de error en el 100% de los casos: al cabo de un tiempo, que oscila entre los tres y los cinco años, el paciente fallece.Lenta parálisis

La enfermedad de Charcot es una tendencia degenerativa. Consiste en la progresiva desaparición de las neuronas de la medula espinal, lo que supone una lenta paralización de los músculos. Al afectar sólo a la medula espinal, el paciente mantiene su capacidad intelectual, que en el caso del artista era alta. Ello significa que es una enfermedad con una gran capacidad para desmoralizar al enfermo, y éste debe tener una energía muy alta. Así ocurriría con el pintor, que pese a su debilidad física tenía unas grandes ganas de vivir.

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El doctor Portera, amigo del pintor desde 1960, explicó que al final de la enfermedad ya no podía ver a Eusebio Sempere, por sentirse incapacitado para seguir mintiéndole, pues ya no se hubiera tratado siquiera de una 11 mentira piadosa". Al comienzo se le dijo al enfermo que se trataba de una "enfermedad larga" y difícil, pero que cada caso respondía de una forma distinta. Sempere era "sumamente sensible a todo", dijo el doctor Portera, y al principio creyó que ese progresivo entorpecimiento de los músculos que padecía se podía deber a una eventual hipocondría. "Era muy difícil para mí", dijo el doctor. Él mismo debía de intuir el carácter ineluctable de la enfermedad, pero hasta el final fingió que había esperanza. Según el médico, "se dejaba engañar para evitar la confrontación", pues una vez se conoce la muerte, "ya no existe ni futuro, ni pasado, ni presente, ya no es posible hablar de nada más".

Se le trató con el medicamento Interferon, utilizado últimamente en Estados Unidos, aunque, como era de temer, no se ha revelado eficaz. Sempere también fue tratado por un médico portugués, y viajó al país vecino para ser tratado allí en varias ocasiones. El doctor Portera consultaba con él en periódicos encuentros en Salamanca, a mitad de camino. Numerosas personas aportaron sugerencias para un eventual tratamiento del pintor, y varias embajadas colaboraron en esa búsqueda.

Para Alberto Portera, Eusebio Sempere tuvo la suerte de tener a su lado, hasta el final, a su amigo Abel Martín, también colaborador en su obra gráfica, que se consagró a sus cuidados "segundo a segundo", con "una amistad que ya no se corresponde con este siglo". Él se encargaba de la terapia y de la administración de medicamentos, y de cualquier otra necesidad. La residencia del pintor en la provincia de Alicante, donde había nacido y tenía numerosos amigos, era en cierto modo "un regreso al hogar", a juicio del médico.

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