Stalin está de moda y Jruschov es un tabú
La figura del dirigente Josif Stalin está, con ocasión del 40º aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, de moda en la Unión Soviética Películas, artículos y fotos subrayan este año los méritos del generalísimo de las fuerzas armadas de la URSS, como estadista y militar, e ignoran otros aspectos de su paso por el poder, como las purgas, los campos de internamiento y la colectivización forzada. Mientras tanto Nikita Jruschov, el hombre que llevó a cabo la desestalinización en los años cincuenta, se ha convertido casi en un tabú oficial.
A Jruschov apenas si se le nombra. Su imagen fue censurada cuando, recientemente, la televisión emitió la serie indio-soviética Nehru, pese a que Jruschov fue uno de los artífices del acercamiento a la India y el impulsor de la política de la URSS hacia el Tercer Mundo y pese a que Mao Zedong apareció sin problemas en la pantallaLa personalidad de Stalin es capaz todavía de despertar encona das discusiones entre ciudadanos soviéticos maduros, ante la curiosidad distante de los jóvenes. En lo que todos parecen coincidir, sin embargo, es en la imposibilidad de celebrar el 40º aniversario de la Conferencia de Yalta y el fin de la II Guerra Mundial sin mencionar a Stalin. Ello se hace, con todo, subrayando los aspectos positivos (el desenlace final de la contienda y el resultado de las conferencias que sellaron la configuración europea de posguerra) y obviando los aspectos negativos, tales como las purgas entre la oficialidad soviética, que tanto contribuyeron a la desorientación inicial de la URSS ante la invasión alemana.
Las cotas máximas de admiración por Stalin se registran en la República Soviética de Georgia su tierra natal, adonde se ha trasladado su hija Svetlana tras su regreso a la URSS. La ciudad de Gori, donde el dirigente nació, es casi un santuario dedicado a su memoria, repleto de recuerdos y objetos de arte kitsch con su imagen. Comerciantes georgianos orgullosos de su paisano pueden pagar todavía hoy hasta 25 rublos (unas 5.000 pesetas) en un restaurante de Moscú para que la orquesta que ameniza la cena cante una canción de alabanza a Stalin en georgiano.
Los intelectuales
El otro extremo del espectro son los restos de la intelectualidad que floreció en tiempos del deshielo jruschovita, así como los supervivientes de los campos de internamiento y sus familiares. Una parte de aquella intelectualidad se encuentra hoy en el exilio y los supervivientes tienen cada vez menos peso por pura ley de vida. "En los cincuenta, Stalin era un tema prioritario porque los represaliados volvían de los campos y querían airear su tragedia", señala un historiador soviético antiestalinista para quien el tema "puede abordarse hoy con mayor perspectiva e indiferencia".
"Stalin", señala un periodista soviético, "tiene el mérito de haber sido el unificador del Estado de los soviets. Con él la URSS comenzó a existir como un todo integrado. Otra cosa es el precio que se tuvo que pagar por ello. Hoy se destaca el mérito y se minimiza el precio, que fue evidenciado en el 20º congreso del PCUS".
Stalin, vestido de uniforme y tocado con gorra de plato, selia convertido en una imagen habitual en la Prensa soviética, que reproduce las fotos de la Conferencia de Ya¡ta donde el mariscal aparece en compañía de Roosevelt y Churchill. Hasta el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Vladimir Lomeiko, tuvo palabras elogiosas para él en una conferencia de prensa dedicada a Yalta. Amparándose en opiniones de! otros, Lomeiko dijo que Stalin "había desempeñado el papel más activo e inmediato en la preparación y realización de la conferencia". Destacó su capacidad de iniciativa y señaló que no había intentado aprovecharse de su condición de anfitrión en Yalta.
Películas sobre la guerra
Las películas sobre la II Guerra Mundial proliferan hoy en la URSS. Tras Mariscal Jukov, páginas de una biografía, estrenada a finales de 1984, ha llegado este mes Victoria, una superproducción soviética con las conferencias de Potsdam (1945) y Helsinki (1975) como puntos de referencia. En la primera cinta, Stalin y Jukov aparecían en un mano a mano donde las opiniones del héroe de Berlín acababan imponiéndose. En Victoria Stalin es protagonista soberano. La cinta muestra a Stalin, caracterizado por el actor Ramaz Mzjikvoize, como un genio de la diplomacia y un abnegado patriota. En una escena, Stalin, con la guerrera desabrochada y aspecto cansado, se relaja tras su rriesa de trabajo a altas horas de la noche. Sigue una secuencia documental en la que Stalin se dirige a la mesa de negociaciones mientras una voz en off lee una cita del entonces embajador de EE UU en Moscú, Averell Harriman. Pese a sus contradicciones, su crueldad y su difícil personalidad, dice aproximadamente la cita, Stalin fue un gran estadista y así se vio en Potsolam.
En Victoria, donde Truman aparece con aspecto de demente y Churchill de anciano colérico, Stalin es un astuto político cuyo comportamiento acapara la atención de sus interlocutores, a los que desconcierta. El hilo de la continuidad en la política exterior de la URSS viene dado por el personaje de Gromiko, caracterizado por un joven actor con el mismo rictus que el ministro en láboca. En un determinado momento Stalin consulta con los miembros de su delegación y pregunta: "¿Qué dice usted, camarada Gromiko?". Y el joven diplomático responde con una brillante disquisición.
La foto de Stalin aparece en las películas sobre la guerra, como aparece también en la cinta Mi amigo Iván Lapshin, recientemente estrenada en Moscú tras dos años de hibernación por falta de permiso para ser exhibida. La cinta, dirigida por Alexei German, tiene un impacto fortísimo sobre el auditorio soviético, que la considera algo único en su género, aunque la mayoría de los occidentales que la contemplan no acabe de comprender el producto.
Mi amigo Iván Lapshin muestra la vida cotidiana en los años treinta de una forma jamás abordada en la URSS, sin heroísmo, sin modelos estereotipados, con toda su miseria y su sordidez, señala un intelectual. La acción es prácticamente nula. Sucede en una ciudad de provincias y el protagonista es un joven oficial de la policía, la Cheka staliniana, que combate a las bandas de delincuentes que actúan en la región. Se muestran privaciones de la vida cotidiana, escasez de víveres, redadas policiales, interrogatorios y cárceles.
En una secuencia, Lapshin mata a sangre fría a un bandido que aparece indefenso con las manos en alto después de haberse entregado. Para el semanario Ocio en Moscú las cualidades de Lapshin (duro y sin piedad. con los enemigos) son las que permitieron a su generación "resistir el golpe del fascismo y lograr la victoria en la gran guerra patria" (II Guerra Mundial).
Pilotos españoles
Stalin está también presente en evocaciones personales recogidas en los medios de comunicación. Recientemente la televisión proyectó la coproducción soviético-catalana Bajo el cielo amenazador de España, donde los pilotos españoles que llevaron a Stalin a Teherán en 1943 recordaban cómo el pasajero desconocido cuyo traslado les había sido encomendado resultó ser Stalin y les hizo el honor de estrecharles la mano. Por su parte, el ingeniero aeronáutico y académico A. Mikulin, diseñador del avión IL-2, utilizado en la II Guerra Mundial, contaba la semana pasada en un periódico cómo Stalin le había concedido sólo cuatro meses de tiempo para poner a punto el proyecto, cuando él había pedido dos años.
Stalin es también telón de fondo en la película Destacamento, cuyo tema es la invasión alemana en Lituania. Un grupo de partisanos, que corabate tras las líneas del enemigo, salva a un piloto soviético y le preguntan: "¿Dónde está el camarada Stalin?". "En su sitio", responde el piloto.
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