Bravo por Blue Bells
Blue Bells
Concierto de Blue Bells (80 minutos). Sala Astoria. Madrid, 29 de marzo.
El quinteto escocés Blue Bells, en su segunda actuación en Madrid, ganó quizá el mayor éxito de aceptación habido en esta etapa de la sala Astoria. Sus canciones, breves por rápidas, alegres por sinceras, directas por simples, llenaron de fervor, una a una, el ánimo de los asistentes.En el comienzo, las voces apenas se apreciaron entre el retumbar desagradable del recinto, pero los oídos poco a poco se amoldaron al sonido deficiente que ni músicos ni técnicos de mesa pueden evitar. Habían irrumpido con una fuerza sorprendente comparada con la producción muy refinada y repleta de matices del disco Sisters. Blue Bells, con humor, cantaron un corto fragmento de Black is black, del único grupo español que conocen. "¿Cuál es el grupo español que más os gusta? ¿Los Bravos?", preguntaron inocentes al público, comprensivo y entusiasmado, cuya vibración creció con la pieza Cath. Parecía que nadie podía abstenerse de corear y saltar ante un estribillo tan contagioso, tan pop y rock a la par.
Estos jóvenes británicos acertarán si graban su segundo disco en la línea de su último sencillo, All I am, cuya dureza se corresponde con el sonido bruto de sus conciertos en directo. En el tema vaquero Young at Heart, que produjo Elvis Costello, sustituyeron los violines alegres por una batería sencilla y ágil para conservar la potencia. I'm falling resonó con voces y guitarras conjuntas. Ken presentó una canción nueva que Robert interpretó dichoso. Se fueron, y el clamor intenso les devolvió a escena para tocar Tender mercy, una balada cantada por Ken y su hermano David McLusky, el batería, en los momentos más entrañables del repertorio. Recordaron el espíritu de Velvet Underground con Wating for my name.
