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La heroína artificial invade el mercado de estupefacientes

La aparición en el mercado de estupefacientes de compuestos sintéticos de las llamadas drogas duras supone no sólo un nuevo frente que combatir, sino también un posible cambio radical entre las mafias que controlan el negocio. Los expertos aseguran que hay en estos momentos uno o varios químicos trabajando en laboratorios clandestinos que están obteniendo versiones sintéticas de heroína y cocaína que, según los adictos, son indistinguibles de las drogas naturales. En cualquier caso, el crimen organizado no parece estar implicado, de momento, en la producción de narcóticos sintéticos.

En los cuatro últimos años se han confirmado 90 muertes por la heroína sintética, 87 de las cuales se produjeron en California, según Chauncey Veatch, director del Departamento de los Programas sobre el Alcohol y las Drogas, de California, quien añade que las estadísticas de que se dispone son muy limitadas, por lo que cree que esas muertes son .simplemente la punta del iceberg". Estos nuevos productos, además, generalmente no son ilegales, ya que la ilegalidad de las drogas está definida por fórmulas químicas precisas, y las nuevas drogas sintéticas tienen fórmulas ligeramente diferentes.Las drogas sintéticas son más fuerte s, y probablemente más letales, que los narcóticos derivados de fuentes naturales. La heroína sintética, tan adictiva como la natural, es de tal potencia que según las autoridades antidroga de California, un químico podría cubrir en una jornada de ocho horas la demanda diaria de heroína del país. Una inversión de 1.500 dólares (unas 270.000 pesetas) en instrumental puede producir unos beneficios de millones de dólares.

Según el doctor Robert J. Roherton, jefe de la División Antidroga de California, el 20% de la droga consumida en el Estado es sintética, como lo demuestra el hecho de que los consumidores de cocaína sintética están empezando a aparecer por las clínicas para recibir tratamiento.

La primera molécula narcótica alterada por los químicos clandestinos fue el fentanil, muy utilizado como anestésico en intervenciones quirúrgicas prolongadas. Se presenta en cientos de variantes, una de las cuales es utilizada por los encargados de los parques naturales para inmovilizar a grandes animales. En 1980 apareció por primera vez en las calles una variante, el alfametil-fentanil. Según Darryl Inaba, director de tratamiento de la clínica Haight-Ashbury, para adictos a las drogas, los químicos clandestinos "creyeron erróneamente que su potencia era la misma que la del fentanil, pero resultó ser 1.000 veces más potente". Murieron por lo menos 20 personas por sobrectosis.

'Congelados'

En 1982, otro químico de California produjo una variante del demerol, un narcótico sintético utilizado por los médicos para aliviar el dolor. La nueva molécula, el metil-feníl-propio-xipi-peridine, o MPPP, es estructuralmente idéntica al demerol, excepto que un átomo de carbono y uno de oxígeno están conectados. Los adictos aseguran que el MPPP produce los mismos efectos, aunque a veces los deja desorientados. Ésta desorientación, aseguran los expertos, es el resultado de una molécula extra creada accidentalmente en la síntesis del MPPP. Dos adictos que se inyectaron droga contaminada se quedaron literalmente congelados con la aguja clavada en el brazo. La molécula había destruido células en una zona del cerebro que controla el movimiento. Siete adictos entre 20 y 30 años presentan una avanzada pérdida del control motriz, un síntoma de un estado avanzado de la enfermedad de Parkinson. Hace dos años apareció en las calles una nueva variante del fentanil, el tri-metil-fentanil. Este producto es 3.000 veces más potente que la heroína. Según el doctor Roberton, "con la cantidad que cabe en la cabeza de un alfiler se podría matar a 50 personas". Su potencia es también un atractivo de venta para los consurilidores de drogas sintéticas, por su efectividad en cantidades tan pequeñas, lo que implica que, por ejemplo, el tri-metil-fentanil no se pueda detectar en los análisis de orina rutinarios como los que se hacen a los detenidos. Una cantidad del tamaño de un sello de correos introducida en una cárcel es suficiente para varios cientos de internos.

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