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Uno de los jóvenes acribillados en Leganés remató a su agresor antes de fallecer

La Jefatura Superior de Policía confirmó ayer oficialmente la hipótesis de que Casto García Goñi, de 41 años, dio muerte a los dos jóvenes que estaban en su domicilio, situado en la calle de San Andrés, en la localidad de Leganés, y luego se disparó en la cabeza. Uno de los jóvenes, Emilio Sáez, que resultó gravemente herido en el costado izquierdo, en el antebrazo y en una pierna, logró arrebatar el rifle a su propietario, después de que éste se hubiera pegado un tiro, y le disparó dos veces en los testículos. El muchacho trató después de alcanzar la salida, sin conseguir abrir la puerta.

MadridPor el reguero de sangre dejado por Sáez la policía deduce que el muchacho se arrastró mortalmente herido, tras disparar contra el asesino, hacia la salida con las llaves del piso y el rifle, pero no consiguió abrir la puerta. Apenas sin fuerzas, el joven dejó en el quicio de la puerta el rifle del que partieron los disparos y las llaves de la vivienda, se dirigió a una habitación situada muy cerca de la entrada y se tumbó en la cama, donde falleció.Un portavoz del Ayuntamiento de Leganés precisó ayer que los tres cadáveres se encontraban en el Instituto Anatómico Forense. Los dos jóvenes asesinados, Emilio Sáez y Juan Antonio Burgalo, tenían antecedentes policiales. La policía, que tuvo que entrar al domicilio por una de las ventanas de la vivienda, descartó totalmente la intervención de alguna otra persona, puesto que puertas y ventanas estaban cerradas por dentro. El homicida, que coleccionaba armas antiguas, tenía dos licencias de armas concedidas por la Guardia. Civil, una para un Winchester del 44, con el que se realizaron los disparos, y otra para una pistola. Fuentes de la Guardia Civil no pudieron precisar ayer el motivo por el que Casto García había solicitado y obtenido las licencias. Los vecinos de García le conocían como un apasionado de las armas y las marchas militares, asiduo buscador de la compañía de chicos jóvenes desde que su mujer le abandonó.

El autor del doble homicidio, que trabajaba como empleado de Iberduero y realizaba reparaciones eléctricas por su cuenta, mantenía un tren de vida sorprendentemente elevado para sus ingresos. El tiroteo en el que fallecieron los muchachos debió producirse hacia la 1.45 del viernes pasado, según el relato de algunos vecinos que aseguran haber escuchado ruidos que no identificaron como disparos.

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