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Al Jarreau hizo en Vitoria una exhibición de su 'jazz-pop'

VitoriaAl Jarreau, el cantante de scat (uso de la voz como instrumento sin necesidad de pronunciar palabras) y jazz-pop por excelencia, hizo el domingo en Vitoria (Álava), en su primera actuación en la Península, una exhibición de su música, en la que se entremezclan los géneros, ante un público que conoce su pasado más jazzero y comprende además su inclinación actual hacia el pop. Asistieron al polideportivo de Mendizorroza unas 2.500 personas, 500 de las cuales habían comprado su entrada en Madrid. Según los organizadores, si Al Jarreau hubiera cantado en un programa de jazz, los espectadores se habrían duplicado.

Alvin López Jarreau ("Mis padres eran muy bromistas y decidieron llamarse así", según el cantante) comenzó con la balada Your song, de Elton John, y luego intercambió bromas con la audiencia, entregada. Sus temas, pertenecientes a sus discos recientes, basados en disfrazar de pop su jazz abierto, se alternaron con fases de scat y de jam que él mismo improvisaba. La banda siempre atenta lo seguía. Interpretaron This song will last for ever, Morning, Not like this, High crime y Racing waters.

Charles Icarus Johnson (ex-Pages), que no es guitarrista de jazz, añadía el único sonido en cierta medida rockero con sus punteos de euforia blanca, pero no llegó a excitar de forma visceral al oyente. El teclista Jim Studer (ex Jim Messina Band) y el bajista Georges Hawkins (Kenny Loggins, Firefall, Christine McVie) también son blancos y tampoco son músicos de jazz. Y ambas cosas se aprecian en su modo, excelente en verdad, de tocar y de cantar los coros.

Fusión de músicas

El otro teclista, Boby Lyle, arreglista principal, se coordina con los músicos de viento, también negros y de formación jazzística. Queda Alex Acuña (ex Weather Report), un batería venezolano que se caracteriza por su nervio incisivo. Jarreau cuenta con esa mezcla de músicos que se corresponde con la mencionada fusión del jazz y del pop.En Vitoria, el cantante se saltó su línea comercial y se lució en una versión peculiar de My funny Valentine -en medio de la calma del piano eléctrico, la lluvia alborotaba sobre el techo del polideportivo- y en Spain, de Chick Corea, tras un maravilloso fragmento en piano de Lyle sobre unas variaciones del Concierto de Aranjuez, Jarreau volvió a soltarse en scat.

Al Jarreau hace lo que quiere con su voz poderosa o dulce, medida o improvisada, dominada o inquieta. Imita el sonido del bajo -ese instrumento que le encantaría controlar-, de la batería, del saxo o de la trompeta. Es grande en potencia y grandioso en sensualidad.

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