Toros con doble personalidad
Estos últimos años, los toros tienen doble personalidad, tal como pudo apreciarse ayer en Valencia, y anteayer, y todos los días en cualquier plaza. Los toros salen fieros, tal como los conocía El Guerra, y unos minutos más tarde se transmutan en ovejas, tal como los conocía El Cordobés, dicho sea sin ánimo de ofender.Sea el cuarto de la corrida de ayer, a título de ejemplo. Animal de trapío irreprochable, con su cuajo, su par de pitones, su carné didentidá, que dice el pueblo llano, muy dado a admirar y a magnificar el bamboleante bajío. Ese animal apareció hendiendo la brisa marina, ayer fría; segándoles la yugular a las moscas que se le ponían al paso y partiendo por gala una tabla de la barrera con gran estruendo. La oveja en que se transmutó unos minutos más tarde nada tenía que ver con el anterior ejemplar de imponente agresividad, aunque era el mismo.
Plaza de Valencia
14 de marzo. Segunda corrida fallera.Toros de Manuel Camacho; con trapío, pero inválidos. Niño de la Capea. Pinchazo hondo, estocada corta desprendida; aviso (ovación y salida al tercio). Dos pinchazos, estocada y descabello (silencio). José Antonio Campuzano. Media trasera caída (ovación y salida al tercio). Buena estocada (oreja). Emilio Muñoz. Metisaca en los blandos, pinchazo hondo tendido y dos descabellos (silencio). Bajonazo (petición y tres vueltas al ruedo).
Ovejas o lobos
Algo les hacen a los toros, a pesar de que los taurinos se suelen poner como hienas cuando se les insinúa, tal posibilidad. Sea como fuere, los toros desarrollan doble personalidad en, los últimos lustros, y ayer en Valencia también. A veces la segunda personalidad no es exactamente ovejuna, aunque lo parezca, pues esconde intenciones de lobo. El primer toro de Emilio Muñoz era de esos, y el temperamental diestro trianero le intentó pases con valor escasamente sereno.El que abrió plaza no perdió la casta en la transmutación, y por este motivo llegó al último tercio difícil y emocionante. Niño de la Capea le hizo una faena con los altibajos propios de su estilo, pero muy valerosa, profesional, y engarzó en ella una serie de naturales impecablernente ligados. En esa faena Niño de la Capea estuvo torero, lo que no es poco en estos tiempos de pegapases, y en el otro no pudo estar ni torero ni lo contrario, pues el toro se le transmutó en inválido dormilón
El lote de José Antonio Campuzano estuvo compuesto por dos tullidos. El primero se le aplomó, y le porfiaba inútilmente. El otro era de una invalidez clamorosa, que originó un escándalo; pero como en la muleta se mantenía a duras penas sobre las cuatro patas y era un bomboncito sumiso, le dio todos los naturales, derechazos y pases de pecho que quiso -particularmente largos y hondos estos últimos-, más la propina de unos molinetes de rodillas. Lo mató de una estocada excelente.
El sexto, pese a sus invalideces, fue el toro de la tarde. Galán bien puesto de músculos, pitones y carné didentidá, proporcionado y guapo, mantuvo la bravura de su encastado origen por encima de la transmutación. Emilio Muñoz lo toreó con más entrega que temple, con más crispación que gusto. Emilio Muñoz se peleó con un toro que no era para pelear, sino para torear. El único ejemplar de la tarde que consiguió mantener enteriza su personalidad resultó ser un incomprendido. Es lógico: los toreros de la nueva hornada no están acostumbrados a toros así, y los toman por locos.
Paella para la Prensa
La gestión pública ha traido nuevos aires a la fiesta. Los nuevos gerentes han creado la "sala de prensa". Es un patio a cielo raso, desde donde quien quiera puede enviar sus crónicas. Pero en realidad se usa para tomar el aperitivo, pues allí dan paella y güisqui; lo que se pida. Tan bien servida de consumiciones tienen la sala de prensa, que todos los días registra un lleno hasta la bandera; más que en los tendidos de la plaza. Apoderados, toreros en activo o en pasivo, gorrones diversos, algunos periodistas también, montan allí su tertulia y liban a placer.
Babelia
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