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Andalucía, más enfermos mentales internados que presidiarios

La situación en que se encuentran los enfermos psiquiátricos andaluces impulsó a la Administración autonómica a la puesta en marcha de mecanismos tendentes a la reforma de la psiquiatría. Un informe elaborado por un grupo de expertos revela la existencia de una población de 3.778 internos, superior a la población reclusa, y señala que en muchos casos no es necesario el internamiento ni los tratamientos psiquiátricos.

La reforma, coordinada a través del Instituto Andaluz para la Salud Mental (Iasam), creado por ley, ha comenzado en Sevilla, en el hospital de Miraflores, donde muchos enfermos están siendo trasladados al hospital de San Lázaro, a pesar de que algunos trabajadores sanitarios se oponen a que la unidad de agudos se ubique en la planta general.Los datos estadísticos revelan la existencia de 3.778 internos en los 12 centros psiquiátricos existentes, una cantidad superior a la población reclusa de las prisiones andaluzas. El 87% de esa cantidad es de enfermos crónicos, y de ellos, el 24%, seniles. El 80% de los internados son solteros, lo que, a juicio de la comisión, pone de manifiesto la desinserción social de quienes ingresan en estos estable cimientos. El elevado número de crónicos revela el carácter benéfico y la condición de asilo con que son consideradas las instituciones psiquiátricas.

Respecto al grado de disfrute de derechos básicos de los internos, el informe pone de manifiesto que el 62% de los internamientos son de carácter involuntario y que, dentro de éstos, se suele recurrir al mecanismo de internamiento urgente en lugar de la previa autorización. Penetrando en la patología concreta de cada interno, se ha conocido que un 14% no debe estar sometido a tratamientos psiquiátrico, y no precisa internamiento para su tratamiento un 37% de la actual población. En todos los centros se detectan casos de disminuidos físicos y sensoriales que no padecen enfermedad psíquica. La mayoría de los que no tienen por qué estar internados lo está por dificultades familiares.

El informe se detiene en aspectos que denomina de "libertad relativa", los que se refieren a libertad ambúlatoria dentro del centro y libertad de residencia. En general no existen limitaciones para deambular dentro de los centros. En cuanto a la salida del centro, puede hacerlo un 62% de los internos, si bien los que realmente salen son muchos menos, debido a que los centros se hallan en las afueras de las ciudades o los internos no saben dónde ir. El nivel económico suele ser bajo, y el número de visitas que reciben, así como la escasa colaboración de familiares, descubren la situación de abandono en que se encuentran. La intimidad no se ve favorecida en los establecimientos psiquiátricos. Un elevado número de internos no dispone de ropa propia y muchos más no tienen posibilidad de guardar individualmente sus pertenencias. En general, los centros favorecen la despersonalización, y se cita como significativo el hecho de la ausencia total de espejos y útiles de aseo personal.

Las conclusiones a que llega la comisión investigadora señalan que la diversidad legislativa dificulta el previo control judicial del internamiento involuntario; no se encuentran garantizados los derechos de los internos de información, comunicación, dignidad humana y voluntariedad; la ausencia de instituciones tutelares convierte a los responsables del centro en guardadores de los internos; inexistencia de incapacitación judicial, y, en general, que las estructuras asistenciales favorecen las situaciones crónicas.

La aprobación de la ley por la que se creó el Iasam estuvo envuelta en cierta polémica derivada de un soterrado conflicto entre la Junta de Andalucía y las diputaciones, a cuyo cargo están los hospitales psiquiátricos, por no perder éstas el control de los centros.

Durante los primeros días de este mes se ha trasladado a enfermos agudos al hospital de San Lázaro, dependiente de la Diputación, donde se ha creado una unidad especial, lo mismo que en el hospital de Valme. Sin embargo, un grupo reducido de médicos de San Lázaro se opone a que los enfermos mentales se integren en las nuevas instalaciones de ese centro junto a los enfermos generales, y pretenden dejarlos en el antiguo, anejo al nuevo, pero aislado.

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