Camboya es la presa
El contencioso camboyano deteriora peligrosamente las relaciones entre China y Vietnam
Cuando el Ejército de Vietnam inició su sexta ofensiva anual contra la guerrilla camboyana, el pasado 18 de noviembre, los observadores militares opinaron que se trataba de una serie más de las destinadas a presionar sobre los jemeres rojos, principal fracción de las tres componentes de la resistencia camboyana contra el Gobierno provietriamita de Phnom Penh. Pero la ofensiva vietnamita ha desarticulado prácticamente todas las bases de la guerrilla camboyana y está montando una especie de línea Maginot, con fosos de 1,5 metros de profundidad y de tres a cinco metros de anchura, a lo largo de unos 30 kilómetros de la zona fronteriza entre Camboya y Tailandia, para intentar evitar futuras infiltraciones.Sin embargo, la guerrilla de los jemeres rojos no se rinde. Continúan los combates en la frontera con Tailandia, mientras los vietnamitas deben afrontar la presión de las tropas chinas -Pekín apoya a la guerrilla camboyana- en la frontera entre Vietnam y China.
Mientras Vietnam lleva a término su mayor ofensiva contra la guerrilla -con la presencia de 150.000 a 170.000 soldados vietnamitas en Camboya desde 1979-, aumentan- las presiones para una salida diplomática de una crisis con peligro de internacionalizarse, siguiendo la tradición de los últimos 30 años de litigios en la antigua zona de Indochina. Camboya es hoy el pretexto de un choque de intereses entre China y la Unión Soviética, mientras Estados Unidos teme por el futuro de la seguridad de Tailandia, el único país del área que nunca vivió bajo la colonización extranjera.
La caída de Phnom. Malai, principal base de la guerrilla de los jemeres rojos, fue calificada por los dirigentes de Pekín como "una retirada estratégica", según palabras del ministro chino de Asuntos Exteriores, Wu Xueqian. Añadió, por otra parte, que China dará "una segunda lección" a Hanoi si Vietnam continúa las incursiones sobre territorio chino, en la provincia fronteriza de Yunnan, en el suroeste de China.
Improbable guerra
Una segunda guerra entre China y Vietnam -tras la sangrienta contienda entre tropas chinas y vietnamitas en febrero de 1979- aparece como improbable, en opinión de los observadores occidentales con base en Pekín.Los dirigentes chinos no repetirán, posiblemente, una segunda aventura bélica contra, Vietnam, en un momento en que la prioridad pasa por la capitalización parcial de la economía china y que, después de la reciente visita a Pekín del viceministro soviético Iván Arkhipov, los dirigentes; chinos no desearían frenar el tímido proceso de acercamiento entre Pekín y Moscú.
Aunque las amenazas de los chinos se interpretan más como un ataque verbal que como una intención real de ir hacia una nueva guerra con Vietnam, son significativas las denuncias recíprocas de violaciones e intercambios de fuego en la frontera entre China y Vietnam, siguiendo un paralelismo con la ofensiva de las tropas vietnamitas contra la guerrilla camboyana. Desde el pasado 11 de febrero, chinos y vietnamitas intercambian casi a diario proyectiles de mortero en la región Laoshan (provincia de Yunnan), provocando varios heridos. En la misma área, los guardias fronterizos chinos se encuentran en estado de alerta desde hace varias semanas.
Hanoi, por su parte, rechaza las acusaciones y acusa a las tropas chinas de incursiones sobre territorio vietnamita, arguyendo que China ha sufrido unas, bajas de unos 250 soldados, entre muertos y heridos. En definitiva, ataques y contraataques, verbales o reales cuyas raíces hay que buscarlas en la situación en Camboya.
Soluciones diplomáticas
Vietnam cuenta con el tercer ejército más numeroso del mundo con un potencial de 1.200.000 soldados y una maquinaria de guerra entrenada en una lucha guerrillera, que culminó con la victoria so bre las tropas estadounidenses y de Vietnam del Sur, para cuyo décimo aniversario se preparan los festejos en Hanoi. Sin embargo, e dificil prever si Vietnam -que invadió Camboya en enero de 1979- podrá sostener un potencial de tropas en la zona fronteriza con Tailandia, con la carga financiera que supone para un país que se calcula recibe dos millones d dólares diarios de ayuda soviética más el probable acoso a que le so meterán desde la retaguardia los jemeres rojos.La estrategia de Vietnam, cuyos dirigentes recuerdan constantemente el balance sanguinario que tuvo el régimen camboyano de Pol Pot, líder de los jemeres rojos, acompaña la ofensiva militar al es bozo de salidas diplomáticas con las fracciones más moderadas de la resistencia camboyana, como la dirigida por el príncipe Norodom Sihanuk, actual presidente de la coalición de las tres fracciones de la guerrilla camboyana.
Vietnam ha atacado desde el pa sado 18 de noviembre a los guerrilleros del Frente de Liberación Nacional del Pueblo Jemer (KPNLF) cuyo líder, Son Sann, ejerce el cargo de primer ministro del Gobierno de Camboya, reconocido por las Naciones Unidas, y desde el 27 de enero último, a los jemeres rojos, que abandonaron el 15 de este mes sus importantes bases de Plinom. Malai y Phum Thumey -esta última localidad, utilizada como capital del Gobierno de la resistencia camboyana- ante los impresionantes ataques vietnamitas. Queda salvaguardada el área de Ta Tum, donde la resistencia de los seguidores de Sihanu.k queda, al menos por el momento, preservada de los ataques vietnamitas.
Con los asaltos de las tropas vietnamitas al KPNLF y a los jemeres rojos, mientras preservan a los sihanukistas, los dirigentes de Hanoi pretenden reducir el potencial de ofensiva de la guerrilla, dividir la coalición tripartita y guardar al príncipe Sihamik -derrocado por un golpe de Estado en 1971- como un político que continúa manteniendo un carisma y popularidad entre el pueblo camboyano y que podría ser la figura clave para un futuro compromiso negociado del futuro de Camboya, sobre el que Sihanuk antepone como condición previa la salida de las tropas vietnamitas.
Viletriani parece anteponer una victoria militar contra la guerrilla a cualquier intento de solución diploniática a la crisis de Camboya. Y ello a pesar de las gestiones del secretario general de la ONU, el peruano Javier Pérez de Cuéllar -que visitó recientemente Bangkok, Hanoi y Vientiane, proponiendo negociaciones políticas para. Camboya-, y de las resoluciones de los ininistros de Asuntos Exteriores de la Asociación de Países del Sureste Asiático (ASEAN), reunidos en Bangkok el pasado 11 de febrero, que urgían una retirada de las tropas vietnamitas de Camboya y el fin de la escalada de choques dialécticos y armados entre Vietnam y China, que tienen como telón de fondo el futuro de Camboya.
Entretanto, el pueblo camboyano continúa sufriendo las consecuencias del conflicto, con unos 250.000 refugiados en Tailandia y el peso de una economía de guerra para todos los camboyanos.
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