El Papa apoya a un miembro del Opus Dei para la alcaldía de Roma

Roma, la ciudad eterna, está gobernada desde hace 10 años por un alcalde comunista. Al papa Juan Pablo II esto le parece excesivo. Por eso, ante las próximas elecciones administrativas de primeros de mayo, que darán un nuevo gobierno a la capital, se asegura que existe un candidato suyo, con nombre y apellido, para suceder en el Campidoglio a Ugo Vetere. Se trata del periodista de televisión Alberto Michelini, miembro del Opus Dei y actualmente diputado democristiano del Parlamento europeo.Michelini es muy popular, porque ha presentado durante los últimos años el telediario más importante del primer canal de la RAI-TV, el TG-1. Cuando se presentó a lag elecciones europeas, sólo Giulio Andreotti, que es el democristiano siempre más votado en Roma, le ganó en votos.

Michelini es amigo personal del papa Wojtyla, y lo acompafló, como enviado de la televisión italiana, en todos sus viajes al extranjero. Al parecer, a dicha amistad personal con el Papa se debió el nombramiento como portavoz del Vaticano del periodista español Joaquín Navarro Valls, miembro también del Opus Dei.

La Prensa italiana está dando estos días amplia información de la polémica entre el vicario de Roma, el cardenal Ugo Poletti, y el alcalde comunista, Ugo Vetere. Una polémica que entre católicos y comunistas no se conocía desde 1948. Y se piensa que las duras acusaciones que el cardenal hace al gobierno comunista de la ciudad se deban al empeño que el Vaticano pone en conquistar para un católico la ciudad santa.

Repentinamente, Poletti ha acusado al alcalde del Partido Comunista de Italia (PCI) de haber dejado abandonada Roma, de haber eliminado de los consultorios familiares a católicos cualificados y de incitar a las jóvenes parejas a casarse por lo civil. La semana pasada, el Papa recibió al secretario general de la Democracia Cristiana, Ciriaco de Mita, si bien fuentes informadas del partido han asegurado que, "aunque pueda resultar increíble, no hablaron de política, sino más bien de problemas de Iglesia y de fe".

Todo indica que se tratará de una campaña electoral muy dura. Quien conoce el carácter de Juan Pablo II sabe muy bien que no es un hombre que se vuelve atrás cuando está convencido de algo, como parece ser el caso.