El ahorro en los bancos rinde cada vez menos
El dinero colocado a plazo, desanimado por el descenso de los tipos de interés
Los bancos han decidido de nuevo pagar menos por los recursos aje nos que captan en el mercado. Las expectativas de baja de los tipos de interés en todo el mercado español, la creencia de que la inflación en 1985 quedará en torno al 7% previsto por el Gobierno, la todavía escasa demanda de crédito por parte del sector privado y el hecho de que el Estado no va a tener ninguna dificultad para financiar su déficit público con unos costes menores que el año pasado obligan a esta decisión. Algunos bancos van a bajar sus costes financieros, aunque ello suponga perder una cantidad importante, de depósitos.
Colocar el dinero en los bancos españoles durante 1985 va a ser un mal negocio para los que elijan esa forma de rentabilizar sus ahorros o excedentes empresariales. Mañana, lunes, los directores de las oficinas bancarias de todo el país tendrán encima de sus mesas una hoja en la que aparecen los tipos máximos de interés a los que podrán tomar dinero de los clientes.La rebaja es importante y sobre todo confirma que a lo largo de este año se volverán a decidir más en el mismo sentido. Desde que hace poco más de siete meses las entidades financieras empezaron a bajar lo que pagan por sus depósitos, la reducción ha sido superior a los tres puntos.
A partir de mañana nadie debería recibir por encima del 10,25% de interés anual si va a la ventanilla de un banco con más de 25 millones de pesetas. Para imposiciones entre uno y dos millones la rentabilidad debería bajar hasta el 9,25%, es decir por cada millón colocado no debería cobrarse, un año después, más de 92.500 pesetas. Hace un año se obtenía bastante más.
Las razones para esta reducción son variadas y muestran que han cambiado radicalmente las condiciones del mercado financiero. En primer lugar hay que tener en cuenta que la inflación ha bajado más de tres puntos durante 1984 y que en el año actual el Gobierno se ha fijado una caída de dos puntos y que nadie pone en duda que se vaya a conseguir.
Las subidas de precios que tiene que autorizar el Gobierno apuntan claramente a ello: los precios agrarios, los derivados del petróleo, las tarifas eléctricas han subido o lo harán en fecha próxima por debajo del objetivo de inflación establecido por la Administración.
Menos presión exterior
Los precios de las materias primas importadas no tienden a incrementarse, salvo los que vienen expresados en dólares, y éstos en función de que la divisa estadounidense sigue su imparable camino hacia no se sabe qué cotas frente a todas las demás monedas. La peseta viene apreciándose frente a las divisas de los países de Europa occidental, que componen buena parte de las compras del exterior.
Una inflación a la baja tiene que reflejarse en el tipo de interés nominal del dinero para que, al menos, los tipos reales permanezcan iguales. Es lo que está pasando ahora. A medida que baja la inflación lo hace el coste del dinero, tanto para los privados, en forma de créditos, como para las instituciones financieras, en forma de depósitos.
Los buenos resultados del comercio exterior obtenidos a lo largo de 1984 y lo que va transcurrido de año han provocado una entrada neta de divisas muy importante (superior a los 4.500 millones de dólares el año pasado, y de 600 millones de dólares en el pasado mes de enero). Esta importante cantidad de dinero se transforma en pesetas que alimentan el crecimiento del dinero en circulación dentro del sistema financiero.
Como se ha pasado de una situación en la que lo difícil era obtener dinero para créditos privados a otra en la que apenas si hay demanda de este tipo y encima aumenta el dinero en circulación, el resultado es que sobran importantes cantidades. La política monetaria del Gobierno, instrumentada a través de la intervención del Banco de España, que sigue prestando todo el dinero que necesitan las instituciones financieras a unos precios asequibles para que no haya problemas de liquidez, obliga a la baja de tipos en las operaciones de crédito, lo que exige un ajuste similar en el pasivo del balance de las instituciones.
A ello hay que añadir que, además, en 1985, el Tesoro no tendrá especiales problemas para encontrar dinero con el que financiar el déficit público. De hecho, apenas si quedan por colocar 400.000 millones de pesetas en nuevos pagarés en los 10 meses que aún quedan para que finalice 1985. Las perspectivas de que el sector público expulse al sector privado del mercado financiero son escasas, en contraposición a lo que pasó en 1984.
A los bancos les sobra dinero o les faltan sitios donde colocarlo a unos tipos de interés atractivos. Están bajando los precios de sus créditos -manteniendo las rentabilidades reales- para lograr una mayor colocación de su dinero ocioso. La alternativa, si no, es seguir comprando pagarés del Tesoro, cuya rentabilidad desciende subasta tras subasta.
La otra posibilidad es pagar menos por el dinero que toman de los clientes., Retribuir menos los depósitos a plazo fijo. Es lo que vienen haciendo, y la baja que empieza mañana, la cuarta, es una nueva vuelta de tornillo para reducir costes financieros y arreglar sus cuentas de resultados. Es la pelea de 1985, y el que mayores éxitos consiga en este frente tendrá mejores resultados globales sin duda.
Algunas instituciones, que hasta hace un par de años o menos peleaban con todas sus fuerzas por hacer crecer sus balances pagando lo que fuera por los depósitos nuevos, se plantean que en 1985 tienen que darle la vuelta a toda su estrategia. No hay que crecer, y, si se hace, de tal forma que se reduzca de manera sensible el coste medio de sus pasivos.
Rentabilidad real
Los ahorradores privados e institucionales, que durante los tres últimos años han visto cómo aumentaba de forma sensible la retribución de sus depósitos, por la escasez de dinero y las altas tasas de inflación, se van a tener que acostumbrar este año a recibir menos dinero nominalmente, aunque sin grandes diferencias en lo que se refiere a rentabilidad real de sus colocaciones.
De hecho, durante todo el año pasado, y en especial en su segunda mitad, han tenido tiempo para empezar a sentir este ajuste. Los pagarés del Tesoro, marca de referencia sobre el que se establecen los topes del resto de las formas de retribuir el ahorro, vienen bajando desde enero de 1984.
Pero el gran recorte tuvo lugar en el último trimestre del año, y en lo que va transcurrido del actual el descenso se mantiene, pero de forma más pausada. Los bancos, que empezaron a pagar menos por los depósitos desde julio, notan ya de forma sensible el abaratamiento de sus costes financieros y lo apreciarán mejor a partir del primer trimestre de este año.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.