Los trenes de García Calvo
Parece que el profesor de latín don Agustín García Calvo anda estos días divinamente enfurecido y soliviantado contra la sana decisión del Gobierno y de Renfe de suprimir ciertos servicios ferroviarios, no, como se viene diciendo, deficitarios o poco rentables, sino, más propiamente, escasamente utilizados por sus potenciales usuarios, muchos de los cuales han demostrado preferir el transporte por carretera en el transcurso de los últimos años. Entonces, ¿a qué viene tanta demagogia? Pareciera que en España se hubiese eliminado por completo la red de servicios ferrovarios antes, como es lo cierto, que luchar por el futuro del tren, adaptándolo, dentro de lo posible, a las nuevas circunstancias del transporte -quiero decir del mercado de transporte-, las cuales distan mucho de ser las que eran hace nada más que 30 años y aún más de las que serán dentro de otros 30.Son ganas de desquiciar las cosas atreverse a decir que "el tren nos hace libres y señores". Buenos andaríamos si tuviera nuestra libertad que depender del progreso tecnológico, fenómeno en el que el tren marca un hito nada despreciable. Ni el tren, ni el coche, ni el avión harán libre al hombre; profundamente libre, se entiende. Pero no es posible ocultar que el coche lo hace más libre que el tren, y el avión, más que el coche, al menos en cuanto a la movilidad. El que moverse en menos tiempo sea una necesidad o no es algo, que nos llevaría muy lejos discutir. Si lo que don Agustín pretende es reivindicar la libertad que parece que el hombre tuvo en la edad de piedra, que lo diga lisa y llariamente. Pero, por favor, que lo haga en menos espacio y sobre todo con menos voluntad de estilo.-
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