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La clase media, perjudicada

Francisco G. Basterra

Todas las categorías de ciudadanos sufrirán los recortes presupuestarios, pero, sobre todo, la enorme clase media, principal responsable de la reelección de Ronald Reagan por un margen histórico.En su primera Administración, los presupuestos obligaron a un sacrificio mayor a los más desposeídos de la sociedad; pero esta vez el presidente norteamericano ha decidido que los más pobres están ya bajo mínimos y los programas que los protegen, que aún están en pie, no admiten ser más exprimidos.

Los principales ahorros del presupuesto para 1986 se realizan en agricultura, con una reducción presupuestaria de un 14,6%; los programas energéticos se recortan en 3.200 millones de dólares; se reducen las subvenciones a los transportes públicos, sobre todo al tren, en 2. 100 millones de dólares; se recortan los programas de comida y nutrición y de ayuda a la infancia; se reducen las subvenciones a correos; los funcionarios federales cobrarán un 5% menos que en 1985; los veteranos de guerra y los jubilados del Gobierno también ven reducidas sus ayudas; el gasto de educación es recortado en un 2,9%, de 17.400 millones a 16.900 millones de dólares.

Más información
El déficit presupuestario proyectado por Reagan para 1986 asciende a más de 31 billones de pesetas

La verdadera batalla comienza ahora en el Congreso, pero Ronald Reagan confía en ganarla, aunque en el camino deba ceder algo, posiblemente aceptar una reducción en el nivel del gasto de defensa que haría digeribles la mayoría de los recortes en programas civiles que propone el presupuesto.

El presidente norteamericano ha dejado muy claro que su "revolución conservadora" pasa por no aumentar los impuestos y por mantener un gasto militar muy elevado para reforzar la posición norteamericana en el mundo. Con estos condicionamientos sólo cabe recortar el gasto civil para reducir el déficit.

Acudir al pueblo

El Congreso, donde casi nadie está dispuesto a defender la necesidad de aumentar los impuestos ni tampoco a reducir sustancialmente el rearme, admite a regañadientes este presupuesto, pero no tiene tampoco muchas alternativas que ofrecer.

Si las cosas se tuercen en la futura batalla legislativa, Reagan ya ha amenazado con acudir al pueblo, la fuente de su poder, y explicarle que es el Congreso el que se niega a aceptar la realidad y el responsable de que el Estado gaste más de lo que ingresa. "El presidente", ha dicho Ronald Reagan, "no puede gastar dinero. La Constitución no le concede el derecho de gastar un centavo. Esta es una prerrogativa que está en el Capitolio".

El presupuesto enviado ayer por Ronald Reagan al Congreso corresponde al ejercicio fiscal de 1986.

En líneas generales, en los datos presentados se congelan en él a los niveles actuales -o contiene recortes drásticos- todos los programas civiles. Por el contrario, el proyecto de presupuesto sólo contenta por ahora a los militares del Pentágono, que dispondrán de un 13% mas para gastos que en el pasado ejercicio.

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