El Papa pide a los católicos de Ecuador que tomen conciencia de sus responsabilidades en la sociedad
Juan Pablo II tuvo ayer en Quito un recibimiento entrañablemente caluroso, espontáneo, cargado de una alegría rabiosamente joven, ya que aquí es difícil encontrar gente que supere los 40 años. A su llegada, el Papa les dijo: "Estamos viviendo momentos cruciales para el futuro de esta nación, y por ello es necesario que el católico tome mayor conciencia de sus responsabilidades y se empeñe en construir una sociedad más justa, fraterna y acogedora".
En esta ciudad -capital de los Andes, centro de la Tierra, antigua civilización de caranquis, shiris e incas, declarada monumento de la humanidad por sus bellezas artísticas del tiempo colonial español-, el 28 de diciembre pasado, las calles se ensangrentaron en un duro encuentro. entre trabajadores y las fuerzas de seguridad, en el que perdieron la vida cinco personas. Protestaban contra el aumento de precios impuesto por el nuevo régimen derechista del Movimiento de Reconstrucción Nacional.Sin embargo, en su primer discurso, el presidente de la República, León Febres Cordero, con quien Juan Pablo,II conversó amigablemente en su palacio, rodeado de sus nietecitos, afirmó textualmente: "Os podemos asegurar, Santidad, que nuestra voluntad y nuestros esfuerzos están al servicio de los humildes de este pueblo, por los que vamos a luchar para consolidar la paz y la justicia".
Carta de los trabajadores
Al mismo tiempo, la cúpula del Frente Unitario de Trabajadores (FUT) entregó en la tarde de ayer una carta muy dura a Juan Pablo II, durante la concentración obrera celebrada en la maravillosa plaza de San Francisco, la iglesia forrada toda de oro, joya de arte mundial, donde fue bautizado Atahualpa.Los tres gremios sindicales -el cristiano (CEDOC), el socialista (CEOSL) y el comunista (CTE)- exponenen su carta la situación del pueblo ecuatoriano y afirman que la realidad de este país es similar a la de otros de América Latina "en los que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el imperialismo imponen condiciones de muerte a través de Gobiernos cómplices".
Añade la carta que "entre la situación económica de pobreza, de condiciones infrahumanas y de hambre", los trabajadores de los tres sindicatos "rechazan la utilización de la religión y de la fe del pueblo por parte de las minorías opulentas representadas por el actual Gobierno".
Piden también los trabajadores ecuatorianos que la visita del Papa "no sea mero acto protocolario", sino que deje profunda huella en el pueblo y en la Iglesia de Ecuador para que, "despejada de compromisos con el poder imperante, sepa ser fiel a los pobres explotados y oprimidos".
Lo cierto es que el Papa ha encontrado en Ecuador una Iglesia y un laicado muy vivos, que sienten la importancia de su visita y cuya principal preocupación es que los aspectos formales de la inevitable coreografía puedan vaciar de contenido el valor de la presencia de Juan Pablo II.
Por eso, uno de los párrocos de Quito, Wilfried Woitschek, un alemán de origen polaco, publicó ayer en el boletín de su parroquia, ilustrándolo con simpáticas viñetas, un cuadernillo en el que se lamenta de que "el Papa, en sus visitas, no escucha, sino habla". Y añade que si tampoco en Ecuador consiguiese "escuchar, observar y aprender", no valdrían la pena los gastos que causa su visita.
Mientras tanto, la gente enloquece1ambién aquí con el Papa. Se habla incluso de una joven ciega, estudiante de 17 años, Lilia María Bazurto, de Guayaquil, donde llegará hoy el Papa, que ha recuperado milagrosamente la vista, 48 horas antes de la llegada del Papa a Ecuador, por intercesión de santa Narcisa de Jesús. Ahora, la joven pide acercarse al Papa, a quien había perdido la esperanza de ver.
Una ciudad limpia
La ciudad de Quito, rodeada por 13 bellísimos volcanes, a 27 kilómetros de la cual los turistas acuden para fotografiarse con un pie en cada uno de los hemisferios de la Tierra, ha quedado materialmente paralizada durante la visita del Papa. No pueden circular ni los taxis. La consigna es Todos a pie.Y para que la ciudad esté limpia, en todos los sentidos, las autoridades han dado orden de encarcelar a los homosexuales y a las prostitutas que salgan a la calle.
Han sido cerradas las fronteras que el país tiene con Perú y Colombia para evitar que pueda colarse algún terrorista internacional y han sido muy severos con los periodistas locales, que han podido acreditarse sólo si, además del carné de Prensa, han presentado la declaración de la renta, justificante de votar y de haber hecho el servicio militar.
Y Juan Pablo II, en esta ciudad -a 2.830 metros de altura, donde se recomienda a los periodistas comer poco, andar despacio y usar en caso de emergencia una careta de oxígeno-, ha dado muestras otra vez de poseer una salud de hierro, ya que desde que ha llegado no ha parado ni un instante, y hasta se siente como más animado.
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