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Tribuna:La elipse
Tribuna
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20 domingo

Nos reunimos para fallar el premio "El Sol" de novela corta sobre Madrid, que otorga la discoteca de este nombre, calle Jardines: Molina Foix, una inteligentísima profesora española en Estados Unidos, Luis Antonio de Villena, Antonio Gastón, Félix Rotaeta, Manuel Vázquez-Montalbán, Raúl del Pozo, la secretaria del rollo y Eduardo Rico. Como presidente del jurado, me opongo a que el premio sea declarado desierto. Consigo, no sólo que haya premio, sino que se premie el libro que me gusta. Me dice la gentil profesora española en USA: "Tú eres el único traducido allí y al único que estudiamos". No doy su nombre porque luego se perdió en unas ardorosas divagaciones sobre el falo circuncidado/no circuncidado que a lo mejor no le gusta que se le adjudiquen públicamente. Falta Ramoncín, que está grabando un disco en Londres. Los indestructibles, la novela premiada, es el texto más sereno y mejor escrito de cuantos han acudido al concurso (500.000 pesetas). El autor resulta ser un español negro, nacido en Guinea. Tierno Galván nos espera en El Sol para intervenir en el acto. (Madrid o su autonomía han colaborado con una subvención a la cuantía de este premio). Me dice la profesora: "Son novelas realistas donde hasta sales tú, Umbral". "El que yo aparezca en un libro -le digo- no es síntoma de realismo: yo no me considero un personaje real". En El Sol, TVE, radios y postmodernos. Me saludan pequeñitos y pequeñitas a quienes no recuerdo de nada. Tierno habla como "joven bárbaro", según se ha definido ante Raúl del Pozo. Llega el escritor negro en el momento en que me ausento, en compañía de Tierno: "Yo me voy a casa a leer un rato, Umbral". La iniciativa de Antonio Gastón renueva el todavía vigente Sésamo de Tomás Cruz. Madrid no es más que una novela corta.

21 lunes

'Voy a la Biblioteca Washington Irving -Magallanes/San Bernardo-, invitado por los yanquis, a presenciar por tv la inauguración de la nueva legislatura por RR. Me ponen auriculares y me dan cocacola. Por todas partes hay letreros de "Fire", "Fire", y esto me recuerda lo que constató Juan Ramón Jiménez en su primera llegada a USA: que aquel país vive la obsesión del fuego. Manhattan Transfer es una novela llena de incendios. Reagan está hablando, más o menos, de la guerra de las galaxias, que es lo suyo, la propulsión a fuego de un imperio y, mayormente, de una economía. Más que de una edad de oro, el presidente habló de una edad de fuego, mientras los letreritos de la Washington Irving, nos previenen contra el fuego. Se cantaron himnos nacionales, en pie, al principio y al final. Falló el protocolo. Después del presidente y antes de Bush, habló un cura, pero un cura negro (o morenito), para contrarrestar. Agotadas las palabras, aquello parecía una boda de pueblo. El presidente y el vicepresidente, con sus santas, no sabían cómo ponerse ni adónde mirar. Nancy se equivocó y se sentó junto a su marido, en un momento en que tenía que presentarle. ¿Es que no hay un jefe de protocolo en la Casa Blanca? El olvido me parece freudiano. Reagan, que controla el universo, no controla el protocolo porque no le importa, porque está en la guerra de las galaxias, como decíamos, y no se entera de lo de aquí abajo. "Fire", "Fire". El fuego; obsesión americana de los primeros tiempos, era en realidad una codicia: querían ser los dueños del fuego, como los primitivos y como los dioses clásicos. Ladrones de fuego. El proyecto de militarización del espacio es prioritario en el segundo mandato Reagan. No es tanto que quieran violar a Venus como que necesitan potenciar su industria y su ciencia. Y a la salida, en cada rellano, "Fire", "Fire".

24 jueves

La nueva comunicación. Selección y estudio preliminar de Yves Winkin. Ensayos de Bateson, Jackson, Sigman, etcétera. Toda la Universidad invisible que hoy filosofa en USA. La red comunicacional que diseñan se parece más a una mano que a un círculo. (Edita Kairós/Pániker).

26 sábado

Alfonso Osorio, en el Veinte y Pico,ha afirmado esta semana que "Adolfo Suárez es la chica guapa con la que todos quieren bailar, pero que, cuando corre una aventura, ya no sirve para unos ni para otros". Era un tropo político, claro. Pero como Suárez es guapo, si a Osorio le gusta, para yerno o para lo que sea, que lo diga públicamente y no en un club, que le escriba una carta en papel rosa o azul, con trama, al hacedor de la Transición, que quedará ya en los textos sagrados como la Transubstanciación o la Transverberación de Teresa de Ávila, paisana del ex. Por otra parte, el subconsciente colectivo' de la derecha ha traicionado a Osorio cuando afirma que una chica que ha corrido una aventura -¿y qué aventuras has corrido tú, Adolfo, chica (sabes cómo te admiro, y no fisicámente)?- ya no sirve para unos ni para otros". Es lo del Tenorio: "Imposible la hais dejado para vos y para mí". Nuestra derecha/centro sigue teniendo como autor de vanguardia a Zorrilla. En verdad en verdad, las palabras de Osorio estaban destinadas a los partidos/bisagra, haciendo abstracción del hombre/bisagra, Adolfo Suárez. Pero la metafísica se utiliza siempre como coartada de las bajas pasiones. Incluso Huxley, en su ensayo sobre el Greco, ve lo de Santa Teresa como un erotismo. Si a Osorio le gusta Suárez, para yerno o lo que sea, repito, si le parece la "chica guapa" del western democrático, que lo diga, coño, y no se ande con rectificaciones. Hay damas que siguen encontrando a Suárez, después de todas sus aventuras, muy atractivo. Osorio, como suegro político, es un estrecho.

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