El parque regional del Manzanares
Madrid aprueba una ley de protección sobre el monte del Pardo que le excluye de su ámbito
La Asamblea de Madrid acaba de aprobar su primera ley de protección de un espacio natural. Se trata del parque regional del Manzanares, que abarca gran parte de la cuenca de dicho río, entre el monte de El Pardo y las cumbres de la sierra de Guadarrama. Una parte importante de esta sierra quedará libre del mayor cáncer que ha sufrido: la especulación inmobiliaria para edificación de segundas residencias.La sierra de Guadarrama es una de las más bellas de España. Su impresionante mole granítica se alza entre las dos Castillas, en la parte media del sistema Central. Desde las nevadas cumbres de la Bola del Mundo, los Siete Picos, el Montón de Trigo o el Peñalara baja hasta los encinares próximos a la ciudad de Madrid, en una transición variada de colores y paisajes. Acoge los frescos pinares de Navacerrada y Cercedilla, los robledales del valle del Lozoya, el roquedal blanco y fragoso de la Pedriza y las fresnadas, prados y dehesas de Manzanares el Real, Collado Villalba o Galapagar. Se destacan en su rampa las sierras de Hoyo de Manzanares, Guadalix y San Pedro, con encinares y enebrales que sorprenden por su agreste belleza. Todavía se conservan en el Guadarrama especies animales en vías de desaparición en la Península. Allí vuelan el buitre leonado y el buitre negro, la espléndida águila real, el búho real o el águila imperial, verdadera joya de nuestra fauna. También encuentran su refugio ciervos, corzos, gamos, alguna que otra nutria, gatos monteses, tejones, garduñas y un sinfín de animales típicos de nuestros maltrechos bosques mediterráneos.
Tan maravillosa sierra, que contaba ya en 1930 con tres de los nueve sitios naturales de interés nacional declarados (pinar de la Acebeda, Pedriza de Manzanares y cumbre, circo y laguna de Peñalara), sufrió, sin embargo, un fuerte proceso de degradación a partir de 1960. Se pobló de urbanizaciones, se contaminaron sus ríos, se llenó de basuras dejadas por excursionistas, decayeron los usos agrarios tradicionales y, -por si fuera poco, sufrió una inadecuada repoblación forestal con apertura indiscriminada de pistas forestales y carreteras. Hace ya mucho tiempo que era necesario cortar de raíz el deterioro existente y comenzar la conservación de sus valores naturales existentes y la recuperación de los perdidos. La iniciativa de la Comunidad de Madrid está orientada en ese sentido.
La ley aprobada, como ya es larga y lamentable costumbre cuando se trata de proteger a la naturaleza, ha sido contestada por algunos sectores. En primer lugar, la oposición conservadora en la Asamblea de Madrid se ha opuesto a la ley, aduciendo que ésta puede deprimir económicamente el área afectada y, en particular, a los ganaderos de la zona. De la lectura pausada del texto legal no parece desprenderse tal conclusión. Al contrario, la cuenca del río Manzanares se contempla como zona prioritaria de inversión y concesión de ayudas para la ganadería. Los que sí pueden considerarse dañados en sus intereses son los ganaderos absentistas y aquellos propietarios cuya esperanza de mejora
económica se basa únicamente en la venta de sus fincas para construcción de urbanizaciones. La ley regula de modo muy estricto las futuras actuaciones urbanísticas y pretende mantener el carácter natural de tan hermoso trozo de la sierra cortando la especulación. Es posible que la protección de la cuenca del Manzanares haga perder algunos puestos de trabajo, fundamentalmente, en la construcción, pero éstos podrán compensarse gracias al relanzamiento de las actividades agrarias del área.
Corredor verde
Las otras críticas que ha recibido la ley son más sutiles y provienen, curiosamente, de fuentes conservacionistas, las cuales no están muy de acuerdo en cómo se ha gestado el proyecto. Para entenderlas hay que hacer un poco de historia. Hace cuatro años, cuando los socialistas estaban en la oposición, presentaron un proyecto de ley de protección del monte de El Pardo y su entorno. Este proyecto, que también apoyaban el partido comunista y el Grupo Mixto del Congreso, abarcaba una zona mucho mayor, que incluía la zona protegida en el parque regional más el monte de El Pardo.
La idea era que Madrid tuviera un corredor verde que uniera la ciudad con la sierra, a través de parajes naturales. Este primer proyecto fue bloqueado por la UCD. Al llegar los socialistas al poder, la Dirección General de Medio Ambiente retomó la iniciativa y escribió un anteproyecto que dividía todo el área en dos zonas con diferente tratamiento administrativo. Una era el actual monte de El Pardo, que quedaba bajo el control casi exclusivo del Patrimonio Nacional, y la otra era, el entorno, que la gestionaba un patronato. La idea no pareció gustarle a la Comunidad de Madrid, en aquel momento de reciente creación y muy sensible respecto a sus novísimas competencias en medio ambiente. La Comunidad redactó entonces su propio anteproyecto de ley del monte de El Pardo y su entorno, pero las presiones del Patrimonio Nacional les obligaron a sacar el monte de El Pardo -propiedad real- del área protegida. El parque regional del Manzanares que ahora se propone es una especie de ley del monte de El Pardo y su entorno, pero sin el monte de El Pardo. Naturalmente, los ecologistas no ven con buenos ojos que se haya excluido tan interesante zona del área protegida y lamentan que la falta de entendimiento entre las autoridades autonómicas y las estatales haya dejado al monte de El Pardo sin ninguna protección legal. Cosas veredes, amigo Sancho...
LA PEDRIZA DE MANZANARES
"Pintoresco conjunto de formaciones rocosas de granito, en extremo abruptas y escarpadas, con formas de erosión singulares y caprichosas, tales como el ingente canto del Tolmo, con una inscripción a la grata memoria del gran pedagogo y filósofo don Francisco Giner de los Ríos; al pie de la colosal roca brota amena fuente... La Pedriza de Manzanares, así denominada porque este río tiene su primer tramo en estos parajes, es representativa de las bellezas naturales del roquedo de la cordillera Central de España. Aunque casi desprovisto de vegetación arbórea, el sitio nacional está cubierto de matorral de diversas plantas aromáticas y de olorosas y vistosas flores; conjunto de rocas y vegetación que hacen de este agreste paraje lugar ameno y placentero, de gran belleza natural" (Guía de los sitios naturales de interés nacional, por don Eduardo Hernández Pacheco, Madrid, 1933).
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