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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El latín en el bachillerato

Doña Pilar Jiménez Aleixandre contradice en EL PAÍS (15-11985) el artículo que publiqué en el mismo periódico (11-12-1984) criticando la propuesta reforma de las enseñanzas medias, que yo consideraba como una amenaza para la cultura.Se lo agradezco, no sólo por el tono, sino porque entre todos conseguiremos enfocar la atención general hacia un tema vital. Campafías sobre tal o cual tema de enseftanza dejaban éste, efectivamente, en la sombra.

Pero la respuesta no añade nada a lo que sabíamos ni rebate mis argumentos. Todos hemos apoyado la extensión de la enseñanza, pero esto nojustifica el rebajamiento de los niveles, que es hoy ya evidente y llegará al máximo si.se impone esa reforma. Decir que "cualquier escuela será mejor que la desescolarización" es salirse del tema. He examinado miles de alumnos de 10 años en aquel antiguo examen de ingreso. Un niño a esa edad no estaba desescolarizado y sabía más, en una serie de respectos, de lo que sabrán los de 16 que sigan el nuevo Bachillerato General. Ya lo explicaré en mi artículo. No es esto un éxito.La tesis de que al extender la enseñanza es forzoso que desaparezca la elite es especiosa. Todos deberían ser elite, y no sólo para entrar en la Universidad. No es de ésta sólo de la que vienen mis puntos de vista. He sido, aparte de catedrático, jefe de estudios en un instituto. Soy maestro nacional ymi familia procede del magisterio. Conozco bien el panorama general de la enseñanza, que es un todo. Opino solamente que una enseñanza de un nivel realmente medio es posible para el niño de 10 a 16 años, y que los grados más elementales e infantiles no deben servir de modelo para todos. No sé cómo podrá maquillarse ese nuevo bachillerato egebeizado de que,yo hablaba para hacerlo presentable ante la Comunidad Europea.

En lo que sí estoy de acuerdo es en que el-motor de la reforma no es sólo un grupo español y actual, sino un grupo pedagógico internacional que atraviesa cronologías, fronteras y regímenes y se instala en el poder político. Hay indicios de que ese grupo está en retroceso después de haber provocado desastres en diversos países. Vive de mitos como el limitar la enseñanza a "aprender a aprender", o ese otro de que "el alumno construya su propio saber". Lo arrasa todo, eliminando toda tradición cultural y nacional, igualando por lo bajo.

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Y no estoy de acuerdo, más que muy relativamente, en lo que dice mi contradictora de la apertura de la reforma, de su prueba previa mediante experimentos. Se experi-

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menta con un plan a priori endeble, se llama a opinar sólo a los que hacen el experimento. Por eso escribí mi artículo, por terciar de algún modo en un tema que no debe quedar para un círculo de iniciados y convencidos.

Finalmente, relacionar latín y franquismo es buscarle tres pies al gato. El latín se inventó mucho antes y seguimos hablándolo ahora, más o menos alterado. Lo hubo con la monarquía, la república y el franquismo. En este último creció primero, luego sufrió golpes muy duros. Nos contentaríamos con que volviéramos al estado que tenía en la república.

Por lo demás, coincido en que no hay que obstinarse en un programa ni en un método. Esto es verdad. Ahora mismo, en el simposio que acaba de celebrar la delegación de Madrid de la Sociedad de Estudios Clásicos, con cerca de 300 personas, hemos hablado de esa renovación. Pero que no sea pretexto para crear poco y destruir mucho.- Francisco Rodríguez Adrados.

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