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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pinzólas, asombro en el Real

Muy serio programa, repertorio de enorme dificultad el elegido por José María Pinzolas para dar su primer recital en el Teatro Real, de Madrid.El pianista español había dejado un excelente recuerdo la pasada temporada, cuando fue solista con la Orquesta Nacional del Tercer Concierto, de Beethoven. Ahora su recital ha suscitado el asombro por la claridad, madurez de concepto y poderosa técnica, con la que desarrolló un repertorio de alta exigencia.

Decimos que el pianista español (nacido en la provincia de Cáceres de familia navarra, pero formado en Madrid) ha suscitado asombro, porque si bien conocido y admirado en medios profesionales, es todavía, a causa de su residencia en Hamburgo, un desconocido para nuestro público.

Recital de piano de José María Pinzolas

Partita IV, de Juan Sebastián Bach. Sonata nº 23, op.57, Appassionata, de Beethoven. Sonata op. 1, de Alban Berg. Iberia (tercer cuaderno), de Isaac Albéniz.Teatro Real. Madrid, 22 de enero.

No lo es ya en Nueva York, donde José María Pinzolas hizo su debú en el Lincoln Center hace cinco años con una crítica excepcionalmente buena del New York Times.

En su recital madrileño, Pinzolas ha demostrado muchas cosas, pero la más llamativa para nosotros es su absoluto control de los medios expresivos, que son muchos y de la mejor escuela. Su Partita Bwv822, de Bach, fue una maravilla de equilibrio y musicalidad.

La Appassionata, de Beethoven, recibió ese tratamiento preciso y la justa emoción que pide una música en la cual se da, junto a la pasión romántica, el más olímpico clasicismo. Pocas veces nos es dado apreciar la unidad, el contenido o desbordado dramatismo de esta gran sonata beethoveniana como en la certera visión de Pinzolas.

Equilibrio y emoción

Después José María Pinzolas interpretó la Sonata op. 1, de Alban Berg -uno de los primeros signos entre nosotros del centenario de este gran compositor-, bien situada por el autor de las notas al programa, Carlos José Costas, como "obra puente entre la herencia wagneriana y la ruptura total con la tonalidad", reafirmó la capacidad organizativa del piano de José María Pinzolas, su control de las densidades, el equilibrio entre el intelecto y la emoción.Son cualidades del pianista que brillaron también en su deslumbrante interpretación de las tres piezas (El Albaicín, El Polo y Lavapiés) del tercer cuaderno de Iberia, de Albéniz, expuestas con un rigor y elegancia expresiva -herencia, sin duda, de su maestro Manuel Carra-, que no las privó de la vigorosa gracia y la sutil delicadeza que encierran muchos de sus pentagramas.

Por si quedara duda sobre la capacidad de asimilación y la madurez del arte de José María Pinzolas, sin duda un o de los más grandes pianistas españoles de hoy, la magistral, perfectamente calibrada ejecución de uno de los Sonetos de Petrarca, de Franz Liszt, culminó, entre aclamaciones del público, el que será uno de los mejores conciertos de la presente temporada.

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