Ronald Reagan se compromete a acabar con el aborto
El presidente norteamericano, Ronald Reagan, se comprometió el martes, ante una manifestación de 70.000 personas, a luchar para "acabar con la tragedia nacional del aborto". Pero, a pesar de las presiones de la nueva derecha, nadie cree en la posibilidad de que Reagan consiga en su segundo mandato hacer aprobar una enmienda constitucional para ilegalizar el aborto, que es legal gracias a una sentencia de Tribunal Supremo Federal, dictada hace 12 años.
Un 21% de norteamericanos cree que el aborto debe ser ilegal en cualquier caso, otro 21 % estima que siempre debe permitirse y un 5 1 % entiende que sólo debe practicarse en ciertas circunstancias, según un sondeo publicado para la revista Newsweek.Curiosamente, un 38% de los preguntados tienen dudas sobre si su posición en el tema es o no correcta. Más de un 25% de todos los embarazos, acaban en aborto en EE UU.
Por primera vez desde la histórica decisión judicial Roe contra Wader, que permitió el aborto, un presidente ha accedido a dirigirse públicamente a una manifestación antiabortista. Sin embargo, Reagan no apareció físicamente ante los manifestantes que recorrieron Washington y se limitó a hablarles desde la Casa Blanca por medio de un sistema telefónico especial.
Los creadores de imagen del presidente, tan celosos en otras ocasiones, impidieron esta vez que la televisión retransmitiera la imagen del presidente dirigiéndose a la multitud. Pero para las miles de personas venidas desde todos los Estados del país y que aguantaron una temperatura de 10º bajo cero, fue suficiente que el presidente recordara su compromiso antiabortista, aunque fuera a través de los hilos telefónicos.
"Estos días, como nunca en el pasado", dijo Reagan, "el tiempo juega a nuestro favor". "Estoy orgulloso de estar con vosotros en esta larga marcha por el derecho a la vida", afirmó el presidente, quien añadió que a él le gusta dar batallas que, como ésta, le han dicho que están perdidas. Los manifestantes, que llevaban brazaletes en los que se podía leer "15 millones de bebés han abortado desde 1973", acogieron con una enorme ovación las palabras de Reagan.
Manifestaciones similares se produjeron en todos los estados del país, pero la de Washington fue la mayor que sobre este tema se ha realizado en la capital federal.
El presidente dijo a los manifestantes que los avances en la tecnología médica ha cambiado la naturaleza del debate. Es mucho mayor la posibilidad de conocer con precisión el estado del feto desde las primeras semanas de la gestación, lo que complica aún más el debate moral.
Los antiabortistas entregaron el martes en la Casa Blanca un vídeo llamado El grito silencioso, que muestra el aborto de un feto de 12 semanas, fotografiado utilizando técnicas ecográficas.
El presidente, que ya ha visto la película, obra de un médico llamado Bernard N. Nathson, ex propietario de una clínica de abortos y que ahora se ha pasado al movimiento contrario, afirmó a los manifestantes que era una prueba del horror del aborto, que puede tener una poderosa influencia en el Congreso.
Los antiabortistas intentan que las cadenas de televisión retransmitan el vídeo. El reverendo Jerry Falwell, líder de la llamada Mayoría Moral, que asistió a la manifestación junto con una docena de congresistas, dijo: "En cuanto podamos mostrar esta película por televisión en una hora punta, lo mismo que se han pasado las imágenes de Etiopía, el gran corazón americano dirá basta".
La división que provoca en la sociedad americana la cuestión del aborto ha superado ya el nivel de la discusión civilizada para pasar a la violencia. Más de 30 clínicas donde se practican abortos han sufrido atentados con explosivos en los últimos 12 meses, y los ataques se han reavivado en las últimas semanas. La policía detuvo la semana pasada, en los alrededores de Washington, a tres hombres jóvenes como presuntos sospechosos de los últimos atentados realizados con artefactos caseros. Sin embargo, el FBI no ha considerado necesario intervenir en la investigación y la policía asegura que no se trata de una conspiración a nivel nacional, sino de actos individuales.
El presidente Ronald Reagan, que sólo acepta el aborto en los casos en que la vida de la madre corra peligro, volvió a condenar el uso de la violencia para apoyar el movimiento antiaborto. Estas palabras produjeron menos entusiasmo en los manifestantes.
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