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ANDALUCÍA

El ex presidente Escuredo, asesor de un gran proyecto turístico con capital árabe

Rafael Escuredo, ex presidente de la Junta de Andalucía y ahogado de profesión, ha sido contratado como asesor jurídico de las negociaciones que lleva a cabo el mayor propietario de los terrenos de Isla Canela, Martínez Laredo, encaminadas a convertir esta pequeña zona costera de Ayamonte en una Venecia del Atlántico, tal como la define el consejero de Turismo andaluz, Juan Manuel Castillo.

Según informó su secretario particular, Escuredo ha aceptado el caso, aunque no desea hacer declaraciones en tanto no aborde el tema en profundidad. El pasado mes de octubre, autoridades turísticas de la Junta y personas directamente implicadas en el proyecto confirmaron que una compañía árabe estaba dispuesta a invertir 200.000 millones de pesetas en la creación de una zona turística de gran lujo con vistas al mercado internacional.La noticia, corroborada por Juan Manuel Castillo, hacía referencia a un primer desembolso de 8.000 millones de pesetas para la urbanización e infraestructura y, en definitiva, para desbloquear el proyecto al que también optaba una importante compañía sueca de fuerte implantación en el Algarve portugués.

Sin que se conozcan las causas exactas, desde octubre hasta la fecha ha existido un silencio absoluto sobre el devenir de las negociaciones y sobre el incumplimiento de los plazos que anunció el director general de Turismo de la Junta de Andalucía Miguel Villegas. De ahí la importancia que al nombramiento de Escuredo concede el propio Martínez Laredo, un empresario deseoso de desrrollar los planes de Isla Canela.

De acuerdo a lo previsto, Isla Canela se convertirá, si se desbloquea el proyecto, en una zona vacacional de alto rango en la que "se respetará el medio ambiente y el ecosistema y donde no se permitirán las construcciones mastodónticas", en palabras de Juan Manuel Castillo.

El interés que despierta en Huelva la creación de este macroproyecto turístico es muy grande por las repercusiones económicas que conllevaría, aunque también acarrea numerosos interrogantes. Por un lado se cuestiona el posible daño a las actuales fuentes de riqueza de la zona y, por otro, hay dudas sobre su viabilidad.

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