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Mueren por asfixia cuatro niños encerrados por sus padres en la cueva donde vivían en Fuentidueña de Tajo

Cuatro hermanos, de edades comprendidas entre los 18 meses y los seis años, murieron el pasado lunes asfixiados en la cueva donde vivían, en Fuentidueña de Tajo (Madrid), por el humo' desprendido de un colchón que se incendió al caer sobre el mismo una vela empleada para el alumbrado. Los padres, Timoteo VaIbuena y Concepción Sánchez, habían sálido con una hija de cuatro meses y cerraron la puerta con un candado, como hacían siempre que se ausentaban. Los padres pasaron ayer a disposición del Juzgado de Instrucción de Aranjuez (Madrid), acusados de presunto homicidio por negligencia.

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Óscar Valbuena Sánchez, de seis años de edad, y sus hermanos José Manuel, de cuatro años, Raúl, de tres, y Concha, de 18 meses, fueron enterrados al mediodía de ayer en el cementerio municipal de Fuentidueña de Tajo, localidad del sureste de Madrid. Sólo media docena de familiares del padre de los niños asistió al entierro. Momentos antes, en una pequeña y semiderruida caseta, que hace oficio de depósito de cadáveres, Pedro Cabeza, forense de Aranjuez, terminaba de practicar la autopsia a los cadáveres de los cuatro hermanos, que confirmó la muerte por asfixia.Los padres, Tirnóteo Valbuena Serrano, de 36 años de edad, jornalero eventual, natural de Santa Cruz de la Zarza (Toledo), y Concepción Sánchez Torrijos, de 24 años, natural de Tarancón (Cuenca), fueron puestos ayer a disposición del Juez de Instrucción de Aranjuez, inculpados de presunto delito de homicidio por negligencia, según informaciones oficiosas. Las mismas fuentes precisaron que el juez ha ordenado el ingreso del padre en la prisión de Carabanchel y de la madre en la de Yeserías, ambas en Madrid La hija menor quedó al cuidado de la abuela paterna.

El fallecimiento de los niños se produjo a las dos de la tarde del lunes día 14, según el forense, aunque la Guardia Civil no informó del suceso hasta ayer. La tragedia ha sacudido la conciencia social de este pueblo agrícola, de 1.215 habitantes, situado a 62 kilómetros de la capital, junto a la carretera de Valencia.

Los niños vivían con sus padres en una vivienda-cueva de tres habitáculos, situada en la calle de la Cruz, en el Barrio Nuevo, y con otra hermana, Raque¡, de cuatro meses de edad. El alcalde, Pedro Antonio Mora Cámara, del PSOE, precisó que fueron los padres de los niños quienes los decubrieron al regresar a la cueva, pasadas las tres y media de la tarde, de donde habían salido con la pequeña Raque¡ a las once de la mañana. Según la información oficial facilitada por la Guardia Civil, a las 15,45 horas, unos vecinos avisaron de lo que había sucedido a la comandancia del puesto de la Guardia Civil de Fuentidueña de Tajo.

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"Ni una lágrima"

Los cadáveres fueron dejados sobre una manta en una explanada junto a la cueva. La madre permaneció "impasible y ni les dio un beso", según los vecinos. "Ni una lágrima", confirmó el alcalde. El padre sufrió un ataque nervioso y tuvo que ser ingresado en el Hospital Provincial de Madrid, de donde regresó al pueblo en la madrugada de ayer. La Capilla ardiente fue instalada en el Ayuntamiento. A las diez de la mañana se ofició un funeral y,, seguidamente, se realizó el entierro,

Todo el mundo en Fuentidueña de Tajo (Madrid) esperaba que un día u otro "ocurriese algo grave" en esta familia. El abandono en que los padres mantenían a sus hijos era conocido por las autoridades locales. Los vecinos habían advertido al alcalde, quien, a su vez, había llamado la atención, en dos ocasiones, a los padres. "Nos ha sorprendido, de todos modos, el hecho de que los niños estuviesen habitualmente encerrados con un candado", afirma el alcalde. "Vivir en las cuevas es algo histórico aquí, y que hay que evitar, por supuesto, pero no ha ocurrido esto por vivir en cueva, sino por el comportamiento de estos padres", añade. Según el forense, Pedro Cabeza, la pequeña Raquel pesó tres kilos al nacer y había perdido medio kilo al cabo de un mes.

En Fuentidueña se están construyendo 25 viviendas sociales para erradicar en parte el chabolismo de las "60 o 70 cuevas que actualmente están habitadas", explica Pedro Antonio Mora. "En la mayoría de esas cuevas hay agua corriente y luz eléctrica, aunque no tienen la cédula de habitabilidad".

Según diversos testimonios vecinales, Timoteo y Concepción fueron vistos el lunes por numerosas personas en distintos bares. El alcalde confirma que los medios de subsistencia de la familia son precarios y que al hijo mayor lo dedicaban a la mendicidad. Ni el alcalde, ni la Guardia Civil han confirmado oficialmente, sin embargo, lo que dicen los vecinos del pueblo: que la mujer se dedicaba a la prostitución y que el hombre vivía a su costa.

Semidesnudos

Tras el descubrimiento de los cadáveres se comprobó que los cuatro niños estaban apenas vestidos y descalzos. "El mayor sólo vestía un jersey y un mono, sin ropa interior. Los más pequeños estaban semidesnudos"; precisa el forense. La reconstrucción oficial de los hechos ha establecido que la vela con la que se alumbraban en la cueva, en la que no existe luz eléctrica, debió prender un colchón. El mayot de los chicos, de seis años, tenían varios arañazos en la cara que sugieren un intento para abandonar la casa. La cueva se llenó de humo porque las dos ventanas del habitáculo se encontraban herméticamente selladas con plástico y yeso para evitar el frío. No había más filtro de aire que el tiro de una estufa de leña.

Los testimonios coinciden en señalar que el hijo mayor "era todo un muchacho, más listo que el hambre, y el que hacía de padre y madre de sus hermanos; si hubiera tenido la más mínima oportunidad, seguro que hubiera salvado a los pequeños". Una vecina de la cueva en la que se produjo la tragedia relata que los padres dejaron solos a los cinco niños durante la Nochebuena, "mientras ellos se divertían por el pueblo". Hace unos días, "uno de los pequeños patinaba totalmente desnudo en el hielo de un charco", señala otro vecino.

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