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El escultor Cristino Mallo presenta una antológica de su obra en el Museo Español de Arte Contemporáneo

El escultor Cristino Mallo, de 80 años, presentó ayer la muestra antológica de su obra expuesta en el Museo Español de Arte Contemporáneo (MEAC). Un centenar de esculturas, realizadas a lo largo de su vida, procedentes de colecciones particulares, consti tuye el núcleo central de una exposición que ha sido enriquecida con dibujos y collages. Rodeado de numerosos amigos y de los responsables de la actual política de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, el escultor revivía ayer los momentos vinculados a cada una de las piezas expuestas.

Cristino Mallo llegó al MEAC minutos antes de la apertura de la exposición. Aunque él ha colaborado con las coordinadoras de la muestra, hasta ayer no había visto la colocación definitiva de las piezas.Enfundado en un abrigo gris y calzando zapatillas marrones, Mallo protestaba amablemente por el duro frío y por el agobio que supone el tener que asistir a este tipo de actos. Pero, ¿dónde preferiría estar ahora? "Pues en el café". Mallo se refiere al café Gijón, en el que desde hace muchos años consume diariamente varias horas de su tiempo con un grupo de amigos, con los que forma ya, inevitablemente, parte del paisaje del establecimiento.

"Esto es como el escaparate de una joyería, pero me gusta como ha quedado", comenta Mallo durante su paseo por la exposición. El artista reconoce cada una de sus esculturas, incluidos detalles del tiempo que tardó en hacerlas, o de las veces que fueron expuestas. "¡Qué disparate!", exclama repentinamente, "han utilizado limpiametales para sacar brillo a algunas piezas". Una de las organizadoras de la exposición le contesta que el afán de brillo metálico de los propietarios obedece al amor que tienen por la escultura, y el artista se tranquiliza.

Tranquilo y metódico

Según avanza en su recorrido, Cristino Mallo vuelve a detenerse. Esta vez es para bromear sobre un bronce realizado en 1947: el Don Baldomero. "Era el nieto de doña Baldomera, aquella que inventó una lotería como la banca de la doña Branca portuguesa. Vaya historia la de esa señora". Y sigue avanzando sin ampliar sus comentarios porque Mallo es tan parco en palabras como amante de las tertulias.A propósito de los tipos pícaros y pintorescos de aquellos años, de los que se supone que Mallo tiene un gran conocimiento, el escultor se apresura a advertir que "pese a lo que se ha dicho o ha escrito de mí Camilo José Cela, yo soy un hombre muy tranquilo, totalmente metódico y poco amigo de exhibirme con múltiples señoras. Lo único que me ha gustado siempre y me sigue gustando es ir al café y sentarme con mis amigos para hablar de todo".

Lo que sí ha sido Cristino Mallo es uno de los creadores e intelectuales vitalmente vinculado a Madrid pese a haber nacido en la localidad de Tuy (Pontevedra), "pero la verdad es que yo no me acuerdo de Tuy, todos mis recuerdos están relacionados con Madrid".

Dice que está satisfecho de que ahora se le dedique esta exposición. "Tendría que haberse presentado en noviembre, pero ya sabe cómo son los ministerios. De todas formas, estoy muy contento porque han traído piezas muy representativas de lo que yo he estado haciendo siempre y creo que es interesante que la gente lo pueda ver para hacerse una idea".

Cristino Mallo asegura ahora que no puede precisar el número de piezas que ha realizado ni cuales han sido las más costosas, aunque, lógicamente, por las que más ha cobrado ha sido por las obras de encargo que, probablemente, son también las más conocidas: los delfines de bronce que se encuentran colocados en la plaza de la República Argentina de Madrid, el Cristo de bronce de la iglesia de la barriada del cuartel de la Montaña, la estatua de san Roque de la residencia Piquío de Santander o el vía crucis de la iglesia de los Padres Dominicos de Valladolid.

Y ahora, a los 80 años, ¿sigue esculpiendo? "A ratos. Según el día. Hago cosas de tamaño pequeño, en bronce. Las figuras representan toros y caballos, que son animales que siempre he admirado. Pero, ya digo, mi vida transcurre ahora como ha ocurrido siempre: mis horas están dedicadas a mis esculturas y mi café".

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