Apesta a racismo

No tengo más remedio que expresar la depresión, decepción, angustia, vergüenza y alucinación que me han provocado las imágenes que se han visto en el telediario del mediodía del 8 de enero de 1985. Las escenas y el texto leído contaban lo ocurrido en el colegio Severo Ochoa de Madrid. Por lo visto, 30 niños pretendían llevar a cabo su derecho a la educación, contemplado en el artículo 27 de nuestra Constitución, pero tenían una gravísima traba: el color de sus pieles era más moreno de lo normal, sus rasgos no eran iguales a los de los demás y, además, su aspecto era desaseado; eran de una raza llamada gitana. Las madres de los niños normales impedían la entrada a los 30 chavales; los hijos normales de las madres normales daban rienda suelta al sentimiento del que habían mamado: racismo.Mi pregunta, mi ruego, es: ¿por qué un niño tiene vetada la entrada al colegio por ser de una raza distinta al resto de los chicos estudiantes? ¿Por qué, si se les admite, se les encierra en una clase a modo de gueto? ¿Por qué en el año 1985, en un país desarrollado, sigue existiendo el racismo que tanto criticamos y tanto nos apena al ver emotivas series americanas? Creo que lo principal es ver la viga que tene-

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