El terrible adiós de un niño difícil
ALFREDO RELAÑOA pesar de ser algo introvertido de carácter, Juan Manuel tenía un trato relativamente normal con sus compañeros, pero estaba falto de interés por la vida escolar, era indiferente a las observaciones de los profesores y perezoso para el estudio. El suicidio se produjo justo la víspera del regreso al colegio, tras las vacaciones de Navidad. A algunos de sus amigos les había anunciado su resolución de no volver a clase.
La forma en que se quitó la vida impresiona por la frialdad con que lo hizo, que habla de una determinación firme en llevar a cabo el suicidio. Por la tarde del pasado día 7 había jugado en la calle con algunos amigos, que después han comentado con extrañeza que se despidió de ellos: "Nosotros nunca nos despedimos como los mayores, pero él dijo adiós a todos". Uno le preguntó que por qué se despedía, y él contestó: "Porque me voy". Una vez en casa, subió a la azotea con una escopeta de caza y dos cartuchos, que tomó de la armería-tienda de deportes propiedad de la familia. Tomó un trozo de cable eléctrico de dos conductores, cuyas dos partes separó longitudinalmente. Ató un cabo de cada cable a cada uno de los gatillos de la escopeta, y el otro a cada uno de sus pies. Se sentó en una silla, dirigiéndose la escopeta contra el pecho. Bajando uno de sus pies provocó el primer disparo, pero la escopeta se le movió en la maniobra y el disparo se le escapó alto. Desde abajo la madre gritó, alarmada: "¿Qué ha sido eso, Juanma?". "Nada, mamá". E inmediatamente, asegurando mejor la escopeta entre sus manos, bajó el otro pie. El segundo tiro le estalló en el corazón. Era ya de noche, noche de luna llena.
Sin embargo, el director del colegio, Francisco Collado, se resiste a aceptar la tesis del fracaso escolar: "Hasta ahora no había repetido ningún curso. Tiene un hermano en octavo y otra hermana en primero, que van bien. Él había tenido malas notas este primer trimestre, pero es relativamente normal, con el cambio de curso, nuevos profesores y demás. Nada hacía suponer que pudiera tomar esta decisión".
Pero algunos profesores no opinan lo mismo. Recuerdan su desinterés por las clases y en voz baja opinan que este caso es la expresión más dura del fracaso del sistema. De una EGB que no es sino una preparación para el BUP, y éste para COU, y éste para la titu lación en la Universidad. Una EGB que no consideran esté orientada a la preparación para la vida, y establecida bajo criterios competitivos. En éste como en tantos otros colegios hay profesores que ponen notas contra su vo luntad. "¿Hubiera sido lo mismo si el niño no hubiera llevado tantos suspensos a casa?", se pregunta alguno. El director cree en las notas -"¿cómo, si no, sabe un padre cómo va su h¡jo?"-, pero algunos de sus profesores están contra este sistema, que estimula una competitividad que consideran malsana
Descrédito escolar
Al fondo está el marco sociológico de Ubrique, con una serie de factores específicos que han conducido a cierto descrédito de la necesidad de escolarizar plenamente a los niños. Eso es algo que se está combatiendo desde el Ayuntamiento y desde las escuelas. Esta ciudad gaditana, de cerca de 20.000 habitantes, vive fundamentalmente del trabajo del cuero y de la piel. Las mejores marcas encargan a los artesanos locales la manufactura de carteras, bolsos, petacas, chaquetas y demás artículos de piel. Ubrique también sufrió la crisis, pero la resolvió a su manera. Muchas fábricas cerraron y otras redujeron personal, pero la mayoría recontrataron a sus trabajadores en contratos privados. La economía sumergida tiene en Ubrique su expresión más rotunda. El trabajo se hace en casa, y el trabajador cobra el paro más sus emolumentos. El empresario se ve libre de los costes sociales. El trabajador no cobra Seguridad Social, pero eso hoy no le importa porque si hay dinero hoy, ¿quién piensa en el mañana? Y en Ubrique hay bastante dinero. Se matriculan muchos coches, se construyen nuevas casas y se ha ido extendiendo una mentalidad consumista y ma terialista en la que mejorar el coche o la casa del vecino se ha ido convirtiendo en objetivo prioritario para muchas familias.
En ese medio van creciendo promociones de niños. Niños que traba an, trayendo o llevando cuero, plegando cartón para hacer las cajas en las que se presentan las carteras, o incluso trabajando el cuero. Trabajan desde los 10 u 11 años, edad a la que pueden obtener 1.500 pesetas a la semana. Trabajan muchas de las horas que no están en el colegio y perciben que su futuro está en el cuero, en la piel, en esa economía sumergida de las 1.500 pesetas a la semana, más que en unos estudios que ofrecen un futuro incierto.
Las autoridades políticas y los profesionales de la enseñanza han hecho un esfuerzo por remediar esta situación. Desde que existe instituto en Ubrique son cada vez más los niños que completan la EGB y que incluso se aventuran en el BUP. Pero hasta hace muy poco había un enorme número que dejaba prematuramente los estudios, a los 12 o 13 años, tras haber estudiado poco y con desgana.
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